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Se cumple el centenario luctuoso del músico

El despertar de Mahler en México se debe a Eduardo Mata: experto

El director organizó en 1975 un festival glorioso, expresa Luis Pérez a La Jornada

 
Periódico La Jornada
Miércoles 18 de mayo de 2011, p. 4

A cien años de su muerte, que se cumplen este miércoles, Gustav Mahler es uno de los principales referentes de la música de concierto en el mundo. Ha sido celebrado en las temporadas de 2010 y 2011 de las principales orquestas del mundo, con motivo de su doble aniversario: el 150 aniversario de su natalicio y el centenario de su fallecimiento.

México no se ha mantenido al margen de ese par de efemérides, y destaca el par de temporadas organizado por la Orquesta Sinfónica de Minería, la primera en el verano de 2010 y la segunda en el verano de este año, con la totalidad de la obra de ese autor, hecho histórico e inédito en nuestro país.

El despertar de Gustav Mahler en el país y su posterior aceptación en el gusto del público nacional se deben al desaparecido compositor y director de orquesta Eduardo Mata, quien en 1975 organizó al frente de la Sinfónica Nacional un festival con las sinfonías de ese compositor, subraya Luis Pérez, quien es uno de los principales expertos en México en la música mahleriana.

Antes, agrega el crítico musical y encargado de la Sala Margolin, se habían hecho incipientes interpretaciones de su obra, a cargo de los directores Luis Herrera de la Fuente y Ernesto Roemer, pero era todavía un autor desconocido.

Fue un festival glorioso y en él se estrenaron varias de las sinfonías de ese autor, recuerda el especialista, quien sitúa al director Enrique Arturo Diemecke como el continuador de esa tradición de programar el ciclo íntegro de las sinfonías mahlerianas.

Diemecke es hoy el director que más conceptos personales y estilizados ofrece en México de la obra de Mahler, por encima del resto de sus colegas, sostiene. Aunque ahora hay directores jóvenes que están tomando esa estafeta.

Como ejemplo menciona a Carlos Miguel Prieto, quien desde el año pasado aprovechó los ya referidos dos aniversarios de Mahler, para programar la totalidad de su catálogo con la Sinfónica de Minería, de la que es titular.

A decir de Diemecke, “Mahler buscaba la redención con su música. ¿qué quiere decir esto? Creo que se refiere a la celebración de la naturaleza y a lo infinito que son las sensaciones humanas. También a esa gran espiritualidad que acompaña a la música en su ser intangible. De allí el gran protagonismo que tienen los adagios en sus sinfonías.

Foto
Gustav Mahler, en 1909

Está diciéndonos que vale la pena tomarse un largo tiempo para reflexionar sobre nuestra propia existencia. Vale añadir la percepción de su mundo; de la cultura de su tiempo a través de sonidos. Su música sinfónica no es escénica ni teatral, pero sí muy emotiva. Nos sugiere, quizá nos conduce a una catarsis propia de la tragedia griega, pero sin citarla literalmente.

Otro de los legados de ese creador, según Diemecke y Luis Pérez, fue llevar la forma sinfonía a otra dimensión: “Añadió colores sonoros nuevos; hizo partícipe a la voz humana –dando continuidad a Beethoven–; sugirió espacios y momentos vinculados a la naturaleza y al inconsciente del ser humano”.

Además de ubicarlo como un instrumentista destacado, ambos entrevistados resaltan cómo los compositores de la Segunda Escuela de Viena –Schoenberg, Webern y Berg– en pleno siglo XX van a tomar la música de Mahler como una revelación, como una justificación en corto para dar a luz formas y técnicas de composición como el dodecafonismo, el serialismo o la melodía de timbres.

Esas son, indican, estructuras musicales pilares de la música del siglo XX y contemporánea. Por supuesto que Mahler no buscaba ser un moderno, ni un vanguardista, y he ahí lo interesante de su obra y su trascendencia.

Diemecke compara a Mahler con Beethoven, en el sentido de que sus respectivas obras fueron incomprendidas en vida, luego rencontradas y la manera en que las sociedades contemporáneas y los directores de orquesta ven en sus sinfonías una especie de síntesis de la grandeza humana, de lo universal.

Algo que además nos llena de esperanza a todos. Por eso su programación en salas de conciertos y sus grabaciones constantes, rubrica el director. Como profesional, Mahler me permite llevar su mensaje de fuerza y esperanza a través de la música para nuestras sociedades cada vez más volcadas a lo comercial y sin conciencia de la grandeza de la humanidad.