Bruselas, 21 de marzo. Los bombardeos de aviones franceses, británicos y estadunidenses en Libia, los términos de la resolución de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que el jueves pasado aprobó la imposición de una zona de exclusión aérea, y la indefinción del mando de las operaciones bélicas contra el coronel Muammar Kadafi, provocaron serias fracturas en la comunidad internacional en las últimas horas de este lunes.

La más contrastante surgió en el seno del gobierno ruso, luego de que el primer ministro, Vladimir Putin, criticó el contenido del pronunciamiento del Consejo de Seguridad de la ONU, al afirmar que es evidente que (la resolución) autoriza hacer todo a todo el mundo, sea cual fuere la acción contra un Estado soberano. Ello me hace pensar en los llamados a las cruzadas en la Edad Media, cuando se llamaba a la gente a ir a algún lugar para liberarlo.

Minutos después, el presidente Dimitri Medvediev rectificó a Putin al afirmar que bajo ninguna circunstancia se puede aceptar el uso de expresiones que provoquen un enfrentamiento de civilizaciones, tales como cruzadas u otras. Rusia se abstuvo en la votación del Consejo de Seguridad la semana pasada.

Las acciones contra Libia fueron objeto de discusión en la sede de la Unión Europea en Bruselas y en la OTAN. En ambos organismos surgieron diferencias derivadas de la preocupación sobre qué país encabeza las acciones –primero fue Francia el viernes y al día siguiente Estados Unidos–, de cuánto tiempo durará la operación y si el objetivo incluye la muerte de Kadafi.

La más clara señal contra la indeterminación surgió de Italia cuando el canciller Franco Frattini advirtió que si hay una multiplicación de mandos, tendríamos que buscar una manera de que Italia recupere el control de sus propias estructuras de mando.

Más tarde, el presidente estadunidense Barack Obama dijo que la OTAN tomará el control, pero no precisó fecha.

Ante la duda de cuánto tiempo requiere la misión, el ministro belga de Defensa, Pieter De Crem, puntualizó que la meta final de esa operación, que podemos considerar una guerra, es el fin del régimen de Kadafi, lo que no se menciona en la resolución 1973.

En América Latina, los gobiernos de Argentina, Uruguay y Ecuador rechazaron la acción armada extranjera y en Venezuela hubo una manifestación de repudio frente a la embajada francesa.