La Confederación de Productores de Maíz de México calificó de vacilada la autorización otorgada por la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) a la trasnacional Monsanto para sembrar maíz amarillo genéticamente modificado en fase piloto.

Carlos Salazar Arriaga, secretario general de dicha agrupación, señaló en entrevista que es ilógico que un programa de siembra piloto tenga más restricciones que la fase experimental y criticó particularmente que se autorice sembrar un polígono de 0.24 hectáreas, pues eso no es ni siquiera un cuarto de hectárea, es muy poco terreno, cuando se pedía que en Tamaulipas se sembraran 10 mil.

Salazar Arriaga consideró que la expedición del permiso con tantas restricciones se debe a la influencia de la Semarnat, secretaría a la que acusó de estar del lado de las organizaciones ambientalistas, y no del lado de los productores, y dijo que si se empieza a sembrar maíz transgénico sin autorización va a ser responsabilidad de (Juan) Elvira Quesada, titular de la referida dependencia.

Salazar insistió en que México no debe mantenerse al margen de los avances biotecnológicos en el sector. Hay otros países que tienen biotecnología operando. Brasil es la segunda potencia en biotecnología en maíz amarillo y en soya y Colombia utiliza maíz amarillo transgénico desde hace unos cuatro años, y el maíz blanco genéticamente modificado está autorizado también. Pero nosotros estamos dormidos, y habiendo crisis alimentaria hay presión para que produzcamos más.

El dirigente descartó la ocurrencia de afectaciones a la salud humana por consumir organismos genéticamente modificados. Hay 29 países en los que los consumen y no hay daños. En ningún hospital alguien llegó con congestión transgénica o alergia transgénica. Además en México estamos comiendo maíz transgénico desde 1996, cuando Estados Unidos liberó el maíz amarillo transgénico, pues 80 por ciento del maíz amarillo que importamos de ese país es transgénico.

Afirmó que debido a las heladas de enero pasado y las pérdidas en Sinaloa, faltarán un millón 600 mil toneladas, que corresponde a nuestro consumo humano de tres meses; las tortillerías piden maíz amarillo y lo mezclarán con el blanco, así que se va a comer maíz transgénico.

En cuanto a la protección de los maíces criollos para que no se contaminen con los transgénicos, dijo que los ambientalistas no proponen acciones serias para protegerlos, sólo critican, pero nosotros los productores sí estamos ocupados en su resguardo.