En Misurata y Zawiya la disidencia enfrenta ataques sistemáticos del régimen, que bombardea la zona este
Matan y matan, necesitamos ayuda
, clama desde Bin Jawad un profesor que ha tomado las armas
Lunes 7 de marzo de 2011, p. 2
Camino a Sirte, Libia., 6 de marzo. Los dos jets pasaron volando bajo a gran velocidad; los misiles estallaron cerca; los que iban en el camino tuvieron que tirarse al suelo y ponerse a cubierto. Proyectiles de artillería y disparos de mortero vinieron en descargas sucesivas, y de los edificios del fondo se elevaron oscuras columnas de humo. Para los rebeldes de Libia, el camino a Sirte resultó ser una jornada violenta y cargada de peligros.
Sirte tiene un significado altamente simbólico, además de estratégico. Es la ciudad natal del coronel Muammar Kadafi, donde miembros de su clan han jurado luchar hasta el final. La caída de ese bastión de sus leales se vería como un golpe directo al régimen y elevaría mucho el ánimo de la revolución; al mismo tiempo, abriría el camino hacia Trípoli, la capital.
Luego de repeler el intento del gobierno por recapturar Brega, importante centro petroquímico, la envalentonada milicia de oposición había capturado el puerto petrolero de Ras Lanuf y luego, en el curso de un día, había avanzado hacia la ciudad cuartel de Bin Jawad, de la que al parecer las tropas de Kadadi se batieron en desordenada retirada.
Sirte era la siguiente parada y con ella la oportunidad de aliviar a Misurata y Zawiya, donde los disidentes son objeto de ataques sistemáticos del régimen. Hubo felicitaciones desde la capital de Libia libre
, Bengasi, a los combatientes rebeldes, los Shabaab, en tanto dirigentes de una administración provisional recientemente creada hablaban de declararse el nuevo gobierno del país.
Se enviaron mensajes a los leales a Kadafi en Sirte para advertirles que su némesis estaba ahora a sólo 160 kilómetros y les ofrecía reconciliación a cambio de la entrega pacífica de la ciudad.
Pero este domingo el régimen contratacó. Los rebeldes afirmaron haber repelido ataques en las ciudades de Zawiya y Misurata, en el oeste. Y en el este, fuerzas de Kadafi lanzaron uno de los bombardeos más intensos y sostenidos de la campaña, con tanques, cohetes, morteros, rifles y artillería antiaérea usada como arma de tierra, en tanto cazabombarderos y helicópteros artillados realizaban continuos ataques desde lo alto.
Matan y matan, necesitamos ayuda
, gritaba Ibrahim Waleed desde la parte trasera de un camión de plataforma que venía a toda marcha desde Bin Jawad. El maestro de 23 años era uno de los muchos voluntarios, casi todos sin entrenamiento militar, que han tomado las armas para la causa. Habían reaccionado con júbilo a las fáciles victorias de la semana pasada, pero ahora probaban el miedo de verdad. Yunus Khwasi, ingeniero desempleado, dijo en voz baja: He visto muchos hombres morir este día. También mujeres y niños, algunos despedazados por armas pasadas
.
Detrás de él, en Bin Jawad, 300 luchadores Shabaab estaban acorralados. Combatientes rebeldes apremiaban con desesperación a sus comandantes a montar otro contrataque para salvar a sus camaradas. Habían muerto hasta 50 de ellos al combatir rodeados por la fuerza del régimen, relataron.
La noche del domingo, mientras las defensas se acumulaban en Ras Lanuf, adonde los rebeldes se habían replegado, entre las filas había preguntas de por qué las cosas habían salido tan mal y se expresaban dudas sobre las tácticas empleadas.
Sin duda, el cambio de fortuna había sido rápido e inesperado. The Independent había llegado el sábado a Bin Jawad y la encontró vacía de tropas del régimen, mientras un grupo de hombres aguardaba con paciencia a la entrada para dar la bienvenida a los rebeldes.
Mohammed Akeel, negociante en productos agrícolas en funciones de vocero, quería saber: ¿dónde esta el ejército revolucionario? Lo necesitamos aquí. Aquí nadie quiere al gobierno, es una zona pobre y no ha hecho nada por nosotros. Nuestro país es rico, tiene petróleo: ¿por qué no nos hemos beneficiado de eso?
Akeel y sus compañeros habían visto pasar fuerzas del gobierno en retirada por su ciudad. Poco después, un pequeño contingente acantonado en las afueras abandonó su puesto y huyó. Algunos de los más jóvenes de Bin Jawad dijeron que querían unirse a los Shabaab y continuar el avance.
Fuera de esta ciudad, el mayor Selim Idris, al mando de un destacamento rebelde, confiaba en que el curso del conflicto hubiera cambiado. Los hombres de Kadafi están desmoralizados. Muchos de los libios que están con ellos se pasarán a nuestro bando. Nosotros nos entenderemos con los otros, los mercenarios. Sirte, sí, en definitiva, pero no esta noche. Esta noche nos consolidaremos en Bin Jawad.
Pero, luego de entrar en la ciudad y celebrar con los locales con muchos disparos al aire, los combatientes rebeldes decidieron regresar a Ras Lanuf. No había mucha buena comida en Bin Jawad, ni muchos buenos lugares para dormir, así que decidimos regresar
, dijo Alí Abdulai con inquietud en la voz.
La mañana del domingo, los Shabaab regresaron a Bin Jawad y encontraron una terrible emboscada. Saddam Hussein, de 18 años, relató: “Salieron tres mujeres de sus casas, gritando que nos fuéramos. No sabíamos lo que ocurría; luego comenzaron los disparos en todo nuestro derredor; usaban misiles y ametralladoras. No podíamos regresar, el camino estaba bloqueado; fue aterrador.
El fuego le daba a nuestros hombres, pero también a las casas. Una de las mujeres murió, vi que les dieron a las otras también. Pasado mucho tiempo logramos escapar. Había 40 vehículos en nuestro convoy; sólo 30 regresaron. Quedaron muchos cuerpos allá.
Otro combatiente, Ibrahim Rugrug, añadió: Vi muchos hombres vestidos de civil disparándonos.
Otros dijeron que esos hombres eran miembros de un clan que habían sido pagados por Kadafi.
Hacia el anochecer del domingo, algunos de los Shabaab atrapados en Bin Jawad lograron huir. El destino de los demás no se conoce aún. Los comandantes rebeldes insistían en que retomarían la ciudad y continuarían la marcha hacia Sirte.
“No es difícil tomar Sirte –dijo el coronel Bashir Abdul Gadir–. Creo que 70 por ciento de los habitantes están con nosotros. Esperaremos a que nos llamen y nos hagan saber que están listos, y eso será muy pronto.”
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya