s muy lamentable que la organización gremial de los docentes de educación básica, el SNTE, utilice a los maestros y las escuelas para hacer proselitismo electoral, como ocurrió recientemente en Baja California Sur –la denuncia fue hecha oportunamente por La Jornada (28/01/11). El hecho, escandaloso en sí mismo, fue debidamente documentado.
El problema es que esa politización
de las escuelas se está dando en todo el país desde hace varios años (el Panal se fundó en 2005, creo). En Nuevo León, por ejemplo, se ha visto que durante periodos electorales se crean las llamadas volantas
o comandos
con grupos de 200 a 300 profesores de cada sección que se mueven
de acuerdo con los intereses de los dirigentes del Panal y con la anuencia de los líderes de las secciones sindicales.
Esas personas pueden estar o no estar adscritas a alguna escuela y cobran muchas veces sin trabajar y sin tener formalmente comisión alguna. Son personas que hacen antigüedad
en el Panal repartiendo propaganda, levantando datos de credenciales de elector, etcétera, y cuentan con apoyo para gastos de acuartelamiento
(hotel, alimentos, etcétera).
El activismo político se ha convertido en una epidemia que afecta a todo el cuerpo del sistema educativo.
Evidentemente, el involucramiento del SNTE en política no es algo nuevo. El sindicato nació en el marco del antiguo sistema político populista (obra principalmente del general Lázaro Cárdenas), cuya base de sustento fueron, precisamente, los organismos de masas, como explica Arnaldo Córdova en varios de su libros, principalmente en La política de masas y el futuro de la izquierda en México (Era, 1979).
El sector magisterial siempre tuvo una relevancia especial en materia de construcción de consensos y en materia de acarreo de votos
. Recordemos que después de la Revolución Mexicana el maestro se convirtió en líder de las comunidades rurales y preservó ese papel, aunque en menor grado, en las zonas urbanas. Dicho atributo hizo del magisterio un grupo que suscitó permanentemente el interés de los líderes del partido oficial.
Ahora el monopolio de la manipulación política lo tiene la líder del SNTE y dueña del Panal, la profesora Elba Esther Gordillo. Lo notable es que, en este caso, no existe orientación política o ideológica alguna en la intervención política magisterial, pues el Panal es un partido blanco
, sin principios o programa que lo comprometan; es un instrumento al servicio de los intereses –cambiantes– de la lideresa. El Panal es un comodín político –al servicio del mejor postor. Ha servido al PAN y ahora se apresta (en las elecciones de 2012) a servir al PRI.
Desde luego, resulta inexplicable e injustificable que el IFE haya concedido registro a ese bodrio político que tanto daño hace a la educación y a la nación. El Panal es un catalizador de la corrupción y de la mediocridad que tienen postrado al sistema educativo. Desde luego, este hecho no significa que la escuela deba ser un lugar apolítico
. No, pero la política que debe promover la escuela es la política ciudadana para la democracia, la cara inversa de la conducta perversa que promueve en las aulas el Panal.
El problema del SNTE-Panal es un problema de fondo, estructural, una epidemia que, de no atacarse a tiempo, terminará por destruir el edificio educativo entero. ¿Por qué los poderes de la Unión callan al respecto? ¿Por qué el Legislativo o el Ejecutivo no ordenan una intervención para corregir esa perversión institucional? ¿Qué esperan para hacerlo?