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Cineastas esperan mayores libertades

En Egipto, la censura ha matado la creatividad
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Fotograma del drama In the last days of the city, de director egipcio Tamer el Said, opositor del régimen de Mubarak
 
Periódico La Jornada
Domingo 6 de marzo de 2011, p. 9

El Cairo, 5 de marzo. Los cineastas de Egipto han padecido la censura, la arbitrariedad y la persecución oficial durante décadas.

Sin embargo, tras la revolución que tuvo su centro en la plaza de Tahrir, esperan poder trabajar pronto en mejores condiciones, aunque la transición no ha llegado a su fin.

La censura ha matado la creatividad, dice el director egipcio Tamer el Said.

Por el momento sería prematuro dar rienda suelta a visiones nuevas y entender qué es lo que pasó, reflexiona.

El Said organiza desde hace días, junto con otros colegas, reuniones de protesta en el Sindicato del Cine, con el objetivo de lograr un cambio en la conducción y una democratización de la organización. Es una resistencia simbólica, pero contamos con el respaldo de por lo menos mil 500 directores, productores, actores, guionistas y camarógrafos de todo el país.

Tamer el Said, de 38 años, pertenecía a los círculos opositores que se resistían a las medidas impuestas durante la presidencia de Hosni Mubarak. Había finalizado los trabajos de su última producción poco antes del levantamiento popular. Ahora, su drama In the last days of the city se convertirá, inesperadamente, en todo un documento de los últimos días del antiguo régimen.

Pero Egipto también tuvo una floreciente industria cinematográfica durante la era Mubarak. Somos el Hollywood del mundo árabe, cuenta el especialista Alaa Karkouti, de El Cairo.

Ningún otro país tiene una infraestructura tan avanzada a nivel de producción y distribución como nosotros, comenta, al tiempo que hace la salvedad de que aproximadamente 35 por ciento de las películas producidas son de mero entretenimiento, destinadas sobre todo al consumo en los emiratos árabes, que cuentan con amplios fondos.

Hasta ahora, todo cineasta egipcio debía presentar su guión a las autoridades censoras antes de dar inicio a un proyecto. Además, era necesario contar con bastante dinero para obtener el permiso general emitido por el sindicato. Sin estos dos requisitos era imposible obtener la autorización correspondiente de la policía.

Finalmente, había que solicitar un permiso especial para cada miembro del equipo y, después de haber pasado por todo este proceso, tampoco se podía saber con certeza si los censores permitirían la exhibición.