Tepehuanos, shuar
y “no contactados”:
en la misma línea de fuego
México: la invasión de los sicarios. “En los primeros días de enero un comando de 60 hombres armados atacó Tierras Coloradas. Destruyó y quemó 40 viviendas, 27 vehículos y una escuela, por lo que la comunidad tepehuana de la región, conformada por 20 mil comuneros, podría emigrar a Nayarit”, dijo el alcalde de El Mezquital, Durango, y suena como dicho casi de pasada. Sin embargo, “el segundo escenario es que los indígenas defiendan su territorio y se enfrenten contra los comandos delincuenciales como ya sucedió en dos ocasiones”, una en San Francisco Ocotán y otra en Tierras Coloradas.
Según información de La Jornada, “el pasado 28 de diciembre, los más de 200 pobladores tepehuanos de esa comunidad expulsaron a un grupo de pistoleros que asesinó a balazos a dos integrantes de una familia del lugar y dejaron mal herido a otro”. Al enterarse que los criminales regresaban para vengarse, los pobladores de Tierras Coloradas se escondieron en la serranía o con familiares de poblados cercanos. Al no encontrar a nadie, la pandilla arrasó el pueblo.
Estos hechos forman parte del espejo de reacomodos que ya ocurren (y se ocultan) y que ocurrirán más conforme los tejidos delincuenciales crezcan y se afiancen como poderes de facto en todo nivel, a la sombra de la “guerra al narcotráfico”, en realidad un programa de expansión de las maquinarias bélicas con fines de lucro y control social que deja obsoletos los antiguos supuestos de la guerra de baja intensidad. Hechos como los narrados, con sicarios como los que arrasaron Tierras Coloradas, se repiten ya en las regiones indígenas más combativas de resistencia: en el corazón del territorio triqui de San Juan Copala y otros municipios oaxaqueños, en la Costa nahua de Michoacán, en las Huastecas, en lugares diversos de la Sierra Tarahumara y la Sierra Huichola y ahora, de manera atropellada, en Durango donde en 2003 los tepehuanos defendieron su territorio de ejidatarios zacatecanos, por un enredo de esos que sólo el infame Ernesto Zedillo pudo provocar. ¿Qué significan todos esos oscuros sicarios, al servicio de quién sabe quién, incrustados en las zonas de resistencia legítima, promoviendo una violencia contra cualquiera que levante la cabeza?
Ecuador: liberan a Pepe Acacho y sus compañeros. El 8 de febrero, la Corte Provincial de Pichincha otorgó el habeas corpus para tres líderes shuar, ante la presión de los Pueblos y Nacionalidades de la Conaie, “demostrando la injusta, arbitraria e inconstitucional detención de los compañeros”. El día primero habían sido detenidos Pepe Luis Acacho, uno de los más reconocidos líderes shuar y ex presidente de la Federación Interprovincial del Centro Shuar (fisch); Pedro Mashiant, presidente de la Asociación de Juntas Parroquiales de Morona Santiago y Fidel Kaniras, miembro de fisch, acusados por el gobierno de sabotaje y terrorismo y de estar implicados en la muerte del profesor Bosco Wisuma.
En septiembre de 2009 el movimiento indígena se manifestó en defensa del agua, contra las explotaciones mineras, por la educación intercultural bilingüe y por derechos colectivos de nacionalidades y pueblos. La movilización fue reprimida violentamente y en ella murió Wisuma de modo trágico.
Antes de que las autoridades competentes iniciaran una investigación, el presidente Correa acusó a los dirigentes shaur detenidos de atacar a la policía y matar al profesor, por lo que es evidente que se trató de una fabricación para intimidar al movimiento indígena ecuatoriano (en particular el amazónico), criminalizar sus protestas y “disciplinar” a un movimiento que no ha cedido a las presiones del gobierno.
La solidaridad de organizaciones indígenas de Bolivia, Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil no dejó de llegar y el movimiento indígena ecuatoriano en pleno respaldó la inocencia de los tres dirigentes. Ecuarunari, por ejemplo, declaró: “La detención arbitraria de los compañeros sólo demuestra el ambiente represivo con que se mueven las autoridades del Estado, tanto el gobierno como la administración de justicia ordinaria. Denunciamos al país, a las organizaciones sociales, a los organismos internacionales que en Ecuador se persigue y castiga las luchas sociales. Son más de 189 dirigentes y activistas sociales indígenas-campesinos quienes están sufriendo persecución política, acusados de terrorismo y sabotaje. Esto no es otra cosa que represión y violación de los derechos humanos que la sociedad no puede tolerar”.
Brasil: Para defender los derechos de los pueblos no contactados en las selva amazónica está bueno Sidney Possuelo, mediático “quijote de la selva” y “amigo de los indios”, ponderado por la onu, la Real Sociedad Geográfica, la revista Time, y sobre todo respetado por muchos pueblos originarios del hemisferio sur. En diciembre difundió una carta abierta sobre los derechos de los pueblos no contactados de la Amazonía. Aún si el también ex director de la Fundación Nacional del Indio (Funai) del gobierno brasileño no resiste las mieles de la primera persona del singular, sus razones son justas y atendibles: “En los últimos cinco años he visto intereses para sacar a los aislados de sus tierras y permitir la invasión de empresas petroleras o mineras; he visto cómo se firman decretos y otorgan concesiones para explotar recursos naturales en zonas donde habitan estos seres humanos; he visto indígenas muertos o perseguidos por defender sus derechos; he sentido que seguimos considerando a la Amazonía y a los indígenas como un obstáculo a las estrategias de desarrollo”.
Enumera la construcción de represas, carreteras y puentes en la Amazonía “sin acciones que protejan los derechos de estos pueblos”, los cuales desaparecerán si no se actúa ya. “Es tiempo de reaccionar”, dice, y que Estados, gobiernos, empresas, organismos internacionales, iglesias, brinden garantías a los derechos humanos de los pueblos aislados. “No pido que detengan sus planes de gobierno, reclamo que una parte de lo que gastan en infraestructura y las inversiones en industrias extractivas se use para preservar a los aislados de toda violencia”.
Si en verdad estos planes y obras “son para vivir bien y tener bienestar”, deben considerar a los aislados. “Ellos sólo quieren asegurar sus territorios”. Possuelo llama a impedir que “paguen con sus vidas o su desarraigo, como siempre ha sido, la falta de acciones sinceras de protección a sus derechos”. Ante la primera carretera interoceánica de Sudamérica a través de la selva, a punto de inaugurarse, sostiene que si los indígenas aislados no son perseguidos ni sacados de su territorio, los gobiernos demostrarán su responsabilidad y respeto. En el tramo Assis (Acre, Brasil)-Puerto Maldonado (Madre de Dios, Perú), que colinda con Pando (Bolivia), “los camiones pasarán incesante y peligrosamente próximos a territorios poblados por ellos; ¿qué haremos para que esto no signifique más amenaza a la vida y devastación del bosque?”
Advierte que la situación es crítica: “No podemos permitir que una parte de la humanidad se extinga. Los aislados tienen que vivir. En el futuro no habría perdón para una tragedia tan grande, que hacemos contra nosotros mismos y el planeta”.
Ojarasca
Familia navajo Baña borregos (1948-1953). Foto: John Collier Jr