Caetano Veloso, Carlinhos Brown y Gilberto Gil compartieron la Plaza de la Liberación
El espectáculo fino, que devino orgía de ritmos y danzas, culminó con La bamba, en voz y baile de los artistas, tema con el que saludaron su próxima parada: Veracruz
Sábado 12 de febrero de 2011, p. 8
Guadalajara, Jal. 11 de febrero. Los astros brasileños Caetano Veloso, Gilberto Gil y Carlinhos Brown cumplieron con creces la gran expectativa que generó su presencia escénica en esta ciudad, brindando un soberbio concierto de esos que marcan época y quedan guardados en la memoria por siempre.
La presencia de estos tres gigantes de la música brasileña –juntos por primera vez en un escenario mexicano– provocó gran revuelo por su condición de iconos de la MPB (música popular brasileña) y las peculiaridades de sus planteamientos tonales; pero pocos imaginaron un recital de tal magnitud como el de anoche. Los presentes (afortunadísimos) asistimos a un viaje potente y aleccionador por la geografía musical de Brasil, y a una puesta vigorosa de sus desarrollos.
La jornada, que comenzó a las 20:40 horas y culminó en éxtasis colectivo pasada la una de la madrugada, ascendió de lo sublime y estético a lo endemoniadamente rítmico-musical. A la fineza y elegancia de Caetano Veloso siguió lo tradicional y moderno de Gilberto Gil, para luego expandirse geométrica y corporalmente en una orgía de ritmos y danzas a cargo del mago Carlinhos Brown.
Con la Plaza Liberación, repleta a más no poder, esta Santísima Trinidad de la música brasileña, se prodigó por alrededor de cinco horas en un derroche generoso y lúdico en música y entrega.
A maravilla por segundo
Todo comenzó con el caballero de fina estampa, el maestro de maestros: Caetano Emanuel Viana Teles Veloso, séptimo de los nueve vástagos de doña Canó y el señor José, hermano de María Bethania y uno de los artistas con que se bendijo a Brasil, quien apareció sozinho en el escenario, acompañado tan solo por su instrumento, cubriéndose del frío con una bufanda palestina y demostrando que a él sólo le basta una guitarra para irradiar belleza.
Arrancó con la melodiosa O samba e o tango y, después, a maravilla por segundo. Veloso se prodigó por cerca de hora media con canciones acústicas
de particulares señas de identidad, grandes éxitos suyos y de otros autores, y del repertorio latinoamericano de cuya cantera extrajo un puñado de joyas como Tonada de luna llena, del venezolano Simón Díaz: que entonó a capella ante el silencio de la audiencia.
Fallaste corazón, de Cuco Sánchez; Rival, de Agustín Lara, y Cucurrucucú paloma, de Tomás Méndez, fueron el particular regalo de Veloso a la cumpleañera ciudad de Guadalajara, que lo ha recibido ya en tres ocasiones.
Gilberto regresa a sus raíces
Apoyado en las canciones de su nuevo álbum, Fe na festa, con una vitalidad a prueba de fuego y una banda atípica integrada por violín, acordeón, guitarra, cavaquiño y una potente sección rítmica, Gilberto Passos Gil Moreira, fue la novedad para los tapatíos, no así para quienes le seguimos desde aquellos días de Lunik 9, Domingo no Parque y Aquel abraço.
Tras un obligado retiro por cumplir con su amigo Luiz Inacio Lula da Silva en el Ministerio de Cultura, Gil se presentó ahora con una impronta de músico desarrollado. Hay en él una actitud más justa en el tratamiento de las canciones y un cambio de expresividad sonora. En términos de su función canora, se revela una vez más como cantante excepcional y también como un finísimo armonista.
Los seis integrantes de su banda son de alto nivel, al grado de dar la sensación de que todo es posible y que cualquier cosa puede pasar en cualquier momento. Cada músico es capaz de crear un universo propio y diferente que cuando se funden, y se funden siempre. Con ellos recrea el baiao, choro, country brasileño… música nordestina con la que se inició y que después de años retoma ahora y combina sutilmente con elementos de rock, ranchera mexicana, música africana y ¡escocesa!
Fe na festa, nos dijo, habla sobre las mezclas que son las fiestas del mes de junio en Brasil: San Antonio, San Juan, San Pedro… Fiestas que juntan la creencia religiosa y la fe en los santos. Esto se denota en el estribillo de la canción: Festa, festa na fe, fe, fe na festa.
El vendaval Carlinhos
Con Antonio Carlos Santos de Freitas, Carlinhos Brown, se vivió un ambiente de torcida
, cuya temperatura estuvo incrementada por los miles
de tambores bahianos que “sempre, sempre” acompañan al dinámico artista. La gente –sobra decirlo– estaba en delirio pasional. Hacía mucho tiempo que no pasaba por aquí un vendaval de semejante energía, personalidad e imaginación, naturalidad, precisión y espectacularidad aplicadas a la música.
Carlinhos es un artista que devuelve la esperanza en la música, porque su espíritu está enraizado en el África profunda. Recupera la esencia de lo primario sin adulterar y lo devuelve vestido y revestido de otra forma: apasionada y tonificante.
Lo apabullante de Carlinhos es la energía con la que defiende unos planteamientos que sin esa tremenda fuerza se quedarían en simple mercadoctenia. A pesar de su aparente simplicidad, sus temas están arreglados con imaginación, y los cortes, cambios rítmicos y diversidad de matices se realizan con una precisión que roza lo perfecto y asombra por la vitalidad en la ejecución.
En medio del frenesí del escenario, la algarabía carnavalera en que se había convertido la Plaza Liberación, con la estatua de Hidalgo observando, Carlinhos invitó a su babalao (Gil) y a su maestro (Veloso) y, en medio de fraseos onomatopéyicos, de tanta polifonía que imita a la naturaleza, y bellas canciones de autor, se despidieron cantando todos La bamba, como un saludo a Veracruz, próxima parada de esta Santísima Trinidad.