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La película de Paula Marcovitch, poética, fantástica e intimista: revista Séquences

El premio, filme que entra a la carrera por el Oso de Oro con buenas críticas

Si el cine es el arte de contar con imágenes, debe ser con pocas, pero con la mayor fuerza simbólica posible, sostuvo la cineasta y guionista argentina radicada en México

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Paula Marcovitch, entre las actrices infantiles Paula Galinelli (izquierda) y Sharon Herrera, en la proyección de El premio, en BerlínFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 12 de febrero de 2011, p. 7

Berlín, 11 de febrero. Aunque se le notaba un poco nerviosa en medio de la prensa internacional acreditada en el festival de cine de Berlín, Paula Markovitch estuvo segura y apasionada a la hora de ahondar en algunos detalles de El premio, su opera prima, la cual se estrenó en competencia oficial por el Oso de Oro.

El público de la Berlinale reconoció a Markovitch como la guionista de otras dos producciones mexicanas del director Fernando Eimbcke, que han sido premiadas en diferentes versiones de la Berlinale: Temporada de patos y Lake Tahoe. De hecho, Marcovitch fue profesora de Emimbcke.

No faltaron los cuestionamientos sobre que Argentina, país en el que se desarrolla la trama de El premio y donde nació Paula Markovitch, no participara en la producción. en esta parte se llevaron los elogios el Instituto Mexicano de Cinematografía y el Instituto de Cine Polaco, además de Alemania y Francia, por apoyar a una escritora con grandes talentos literarios, que hace cine sobre un tema universal, más allá de nacionalidades, según se difundió en Berlín.

Paula Markovitch es argentina de nacimiento, radicada en México desde hace más de 20 años. “Me considero mexicana –expresó a La Jornada–, y no sólo por el tiempo que llevo viviendo ahí. En mi película, la mayor parte del equipo es mexicano; bueno, y mi amigo polaco, el director de fotografía Wojciech Saron, quien estudió cinematografía en Argentina.”

En Berlín hubo incluso quien comparó el trabajo de Markovitch con la obra del escritor ruso Fiodor Dostoievski. Anne-Christine Loranger, experimentada crítica de cine canadiense de la revista cinematográfica Séquences, comentó: La película de Markovitch es fantástica, derrama poesía, es intimista y universal; ayuda que el espectador esté familiarizado con el terrible momento histórico de las dictaduras latinoamericanas, pero si no lo está, hay que entender el lenguaje de Markovitch: sus símbolos, sus metáfora. El tema es muy claro, el enorme peso que significa para una niña de siete años mantener un secreto, y cómo lo maneja, al estar escondida con su madre. Por ejemplo, Dostoievski necesitó 20 páginas para describir una piedra que al final te enteras que es, precisamente, una piedra.

Al respecto, Markovitch comentó: “No me gustan los relatos muy armados; en una obra es importante ver un conflicto que se percibe pero no se sabe.

He reflexionado muchos años esta cuestión antes de llevarla a pantalla: si el cine es el arte de contar con imágenes, debe ser con pocas, pero con la mayor fuerza simbólica posible. Si lees un poema, tiene tal cantidad de imágenes que no puedes llevarla a la pantalla; en un guión cinematográfico tienes que reducir el texto de tal manera que lo puedas plasmar en imágenes.

El peso de un secreto

La historia de El premio se ambienta en los años de la dictadura argentina. Cuenta cómo Cecilia Edelstein, de siete años de edad, vive escondida con su madre en un pequeño pueblo argentino. El eje de la trama gira alrededor de la pequeña, hija de padres disidentes.

A fin de no llamar la atención, Cecilia asiste a la escuela del pueblo como si fuera simplemente una nueva inquilina de una de las casas de la playa.

En la escuela se convoca a un concurso en el que los pequeños deben escribir un ensayo sobre el ejército.

La pequeña Cecilia simplemente escribe lo que ha escuchado y vivido en su casa, y pone a su familia en peligro. La madre, al descubrir la madre lo que la niña escribió, entra en pánico.

El premio ocupó la primera plana de la revista especializada en cine Screen, en Alemania, y entra a la carrera por el Oso de Oro con buenas cartas a decir de muchos críticos, a pesar de ser sólo el segundo día de la Berlinale, festival que presenta algo más de 400 producciones cinematográficas del mundo y que llegará a su fin el próximo 21 de febrero.