zoológico para todos: González Iñárritu
Miércoles 26 de enero de 2011, p. 7
La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos es un zoológico para todos. Puede aceptar todo tipo de cine, desde el más académico, el más tradicional, hasta el más innovador. En ese sentido es bastante compleja. Es la más grande del mundo (tiene más de 6 mil miembros), y eso la hace bastante democrática, con todas las deficiencias que esto conlleva. Las academias de cine de todos los países tienen dificultades; siempre habrá una queja, porque es imposible dar gusto a todos. Y en este sentido, me honra que hayan distinguido a la película
, considera en entrevista con La Jornada Alejandro González Iñárritu, luego de que Biutiuful fue postulada al Óscar en la categoría de mejor película extranjera.
González Inárritu obtuvo por segunda ocasión en su carrera una postulación a la estatuilla a mejor cinta extranjera en Hollywood: en 2000 estuvo nominado por Amores perros. Además, México ha recibido seis nominaciones en esa categoria: Macario (1960), Ánimas Trujano (1961), Tlayucan (1962), Actas de Marusia (1975), El crimen del padre Amaro (2002) y El laberinto del fauno (2006).
Para González Iñárritu los reconocimientos tienen tres frentes: Por un lado, poseen su parte humana, que es la caricia, la de apreciación hacia tu trabajo, la que satisface al ego artístico: es innegable que el reconocimiento se siente bonito. Está también la parte pragmática, en la que si uno se intelectualiza se da cuenta de que ninguna película será cambiada por premio alguno: la obra no se afecta, no será mejor o peor, es sólo la cuestión mediática de percepción. La tercera parte muestra que es verdad que los reconocimientos conllevan un beneficio en el sentido de que dan a conocer la obra a gente que no la ha visto, y en la que no sólo hay una repercusión comercial, sino de exposición, que es lo que todo artista busca. No obstante, me entusiasma el hecho de que pese a su naturaleza dura, sin concesiones, sin un final feliz, Biutiful sea reconocida
.
–El tema de la migración (central en la historia de Biutiful), ¿atrae o rechaza?
–Estados Unidos es un país muy complejo, en el sentido de que en él hay una gran división. Hay una polaridad, con una extrema derecha radical y una parte liberal importante de millones de personas que se expresan, que tienen una idea clara de esta explotación y abuso hacia los inmigrantes, como en el caso de Arizona. Ven una realidad, como la que retrata la cinta, que si bien no es geográficamente la misma situación, se trata de una realidad en el mundo entero.
El realizador de 21 gramos y Babel (candidata a siete premios Óscar, como mejor película y mejor director, aunque sólo consiguió el de mejor banda sonora), asegura que las cintas lationoamericanas se están haciendo habituales en la entrega de estos premios, debido a que “más allá de calidad técnica, por lo general tienen algo qué decir, tienen una trascendencia temática y éso es una constante. No dejará de haber cine chatarra en todo el mundo. El cine malo no sólo lo hace Hollywood, sino todas las industrias. Hacer una buena película es un arte heroico: acto milagroso y complejo. Es una de las cosas más complejas, porque involucra muchas artes, la multidisciplina y colaboración”.