Voy en el tren hacia mi casa.
Los cabellos ásperos de mi madre
están rodeando su rostro sobre la almohada
y su viejo cuerpo ha caído en el sueño.
Cuando yo encienda la bombilla, ella
dará un grito de espanto y amor
y en la habitación habrá una gran luz amarilla
en la que viviremos abrazados.
Ahora voy en el tren
y en el departamento hay cuatro seres humanos.
Bajo el número cuarenta y cuatro,
una mujer hinchada de tristeza.
Bajo el número cuarenta y cinco,
un viejo arde en su mirada roja.
Bajo el número cuarenta y siete,
un hombre duerme con un gran capazo.
La ventana es una lámina negra.
Vuelvo a mirar hacia mis compañeros:
la mujer respira muy dulcemente;
el aire sale de su corazón.
El viejo cierra la mirada y duerme.
El hombre saca de comer, despacio.
Ahora estamos en paz en el departamento.
Yo me siento ir hacia mi casa
y cada uno siente que se aleja o que vuelve.
El tren avanza bajo la noche
y vamos juntos atravesando la tierra. |