e terminó el calendario de 2010, pero no así la agenda de asuntos pendientes.

En todo diciembre se publicaron notas, todas de importancia, que si bien captaron la atención de la opinión pública internacional, por otra parte se integraron la agenda de asuntos que no solamente no se resolvieron con el solo hecho de darse a conocer, sino que pasaron a integrar las primeras líneas de la agenda de quienes toman las decisiones en todo el mundo, muy principalmente de los jefes de Estado y de gobierno que habrán de ocuparse de ellos hasta ser resueltos, o bien encauzados de tal manera que dejen de ser problemas para muchos de los países involucrados, y aun para las regiones afectadas más directamente.

Tomaremos algunos como ejemplos. Está el caso de la llamada nueva actitud de Argentina hacia las Malvinas, que inquieta a Estados Unidos, según se supo por las revelaciones de los papeles confidenciales del Departamento de Estado, que se han manejado públicamente a partir de que el ya muy famoso Wikileaks ha venido informando a la opinión pública internacional por conducto de los diarios de primera importancia, que han brindado sus primeras páginas a estas informaciones, avalando su veracidad, como es el caso de El País. Este periódico es precisamente la fuente que ahora estamos citando, en el reportaje de Soledad Gallego Díaz, quien desde Madrid hizo un magnífico análisis del asunto de las Malvinas, que, según dice, Estados Unidos, con base en la información de su embajador en Buenos Aires, el anterior ministro de Exteriores, Jorge Taiana, le confió que el interés fundamental de Argentina no es tanto la Antártida en general, sino de manera más específica proteger su reclamación de soberanía sobre la islas Malvinas.

No es que esto fuera realmente un tema nuevo para la cancillería argentina, sino que vino a erigirse como un tema de actualidad en el sentido que siempre tuvo antes de ahora. A raíz de las declaraciones de la Gran Bretaña, de que se autorizarían nuevas concesiones de estudios prospectivos en aguas profundas de las islas, para buscar mantos petrolíferos. Todo ello generó un interés creciente en el Departamento de Estado por actualizar de la misma manera su información acerca del interés, que a su vez pudiera mantenerse vivo entre los militares argentinos, como dentro del gobierno de la señora Cristina Fernández de Kirchner. Se abrió así, nuevamente, un renglón especial para este asunto en la agenda del año que ahora comienza, cuya importancia es bien sabida por las dimenciones que revistió en ocasiones anteriores.

Por otra parte, y cambiando nuestra atención hacia el viejo continente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), después de reclamar a España el 20 de diciembre que acometa cambios más radicales, y precisar que considera alta prioridad elevar la edad de jubilación a 67 años, precisamente el primero de enero de 2011, después de un año lleno de problemas políticos y económicos para el gobierno del presidente José Luis Rodríguez Zapatero, anunció haber logrado la reforma del sistema de pensiones español, alargando de manera progresiva la edad de jubilación hasta los 67 años precisamente en 2027 (El País, 31/12/10).

Rodríguez Zapatero no solamente debió haber hecho alianzas sustantivas en el Congreso de los diputados para conseguir la aprobacion legislativa de este proyecto que ha sido objeto de apasionadas polemicas, sino que ahora mismo, junto con el anuncio de su aprobación, en medio de presiones incluso internacionales, como la que se cita de la OCDE, lanza el guante hacia Mariano Rajoy, líder de la oposición, para realizar un pacto en un ámbito más amplio que el meramente legislativo, para llevar adelante este asunto tan decisivo, no únicamente para España, haciendo notar los mejoramientos logrados en materia de política social, en las pensiones mínimas, y en el salario mínimo interprofesional.

La propuesta que hizo Rodríguez Zapatero a Rajoy en torno a una alianza fue hecha sobre la base de la afirmacion del líder oposicionista de respaldar las acciones de gobierno, siempre que sean sensatas, como la reforma de las pensiones. Lo que ahora sigue es de suma importancia, pues no hay que perder de vista que se llegaría a la jubilacion a los 67 años, pero hasta 2027.

Nuevamente tenemos aquí, a nuestro juicio, la terminacion de una etapa de la discusión amplia del importante proyecto para abrir una agenda de realización hacia el futuro próximo, que exige, entre otras cosas de la alianza política con la oposición, la que, según parece, es muy factible en este momento.

Por otra parte, el Vaticano pone orden en sus finanzas y el propio papa Benedicto XVI dicta una orden de promulgación de una ley para combatir el blanqueo de dinero y adecuar las cuentas de la curia romana a las normas internacionales de transparencia económica (El País, 31/12/10).

De trascendental importancia resulta esta acción política económica del Vaticano, que de esta manera se somete al proceso público de orden mundial, que establece la necesidad de seguir normas de carácter internacional a este respecto, creando un organismo de vigilancia interna de sus finanzas, dando, según parece, el paso más importante en toda su historia.

El Vaticano se adecúa de esta manera a las normas internacionales que prohíben el lavado de dinero, el financiamiento del terrorismo y el fraude financiero, entre otros delitos que se venían cometiendo, y que a partir de la promulgación que hizo Joseph Ratzinger quedarán definitivamente proscritos, poniendo a esa institución en regla y de acuerdo a las leyes establecidas con validez universal, lo que define las características del IOR (Instituto para las Obras de la Religión), que en este momento está siendo investigado por blanqueo de dinero y que dejará de ser un agujero negro.

Los acontecimientos en el Vaticano, mismos que los medios internacionales han calificado como de carácter histórico por las medidas que han sido promulgadas al terminar 2010 tienen una proyección en el futuro de esta institución que salta a la vista, pero que requerirá la actuación solidaria de todo el clero, para respaldar las acciones papales, mismas que deberán reflejarse en la diaria conducta de esa estructura tan grande que es la Iglesia católica en todo el mundo.