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Según el DIF municipal, 110 familias, incluidos 440 niños, trabajan en cruceros de la capital

Capacitan en trabajos domésticos a mujeres indígenas que laboran en calles de Querétaro
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Indígenas de Querétaro asistentes a los cursos que imparte el Sistema Municipal para el Desarrollo Integral de la Familia, del cual ya se graduaron ocho y 22 más están en capacitación. Durante el entrenamiento, que dura tres meses, las mujeres reciben, además, alimentación, educación y recreación, ayuda sicológica y educación sexualFoto Demián Chávez
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 7 de noviembre de 2010, p. 33

Querétaro, Qro., 6 de noviembre. Alicia, Ninfa, María y Afrosina son alumnas de la segunda generación de mujeres que reciben capacitación para labores domésticas. Son cursos de tres meses que imparte el Sistema Municipal de Desarrollo Integral de la Familia (DIF), principalmente a indígenas, para que dejen de vender en la vía pública de la capital queretana, pues exponen a sus hijos que piden dinero entre los automóviles. También reciben pláticas en materia jurídica, autoestima y sicología.

De 27 años, y con cuatro hijos, Ninfa explicó que vende periódicos y otros artículos de temporada. Mientras limpiaba una ventana como parte de la capacitación, narró que es originaria de Santiago Mexquititlán, municipio de Amealco de Bonfil, pero desde hace varios años radica en la capital queretana.

Afrosina no sabe leer ni escribir. Se gana la vida haciendo y vendiendo muñecas de tela. Tiene seis hijos. Alicia, de 22 años, vende papas fritas y garbanza.

María, de 28, vende junto con su esposo objetos para vehículos. Su actividad no es fácil, permanecen horas a la intemperie, soportamdo las inclemencias del tiempo. De cada objeto vendido gana 15 pesos que destina para comprar alimentos a sus cinco hijos.

Ocho se han graduado

Todas están inscritas en el programa Trabajadoras domésticas, del cual ya se graduaron ocho y 22 más asisten a capacitación, explicaron Karina Castro, presidenta del DIF municipal, y Marcelino Mora López, coordinador del Programa de Protección del Menor y su Familia en Situación de calle.

Por ser mujeres que viven en situación de extrema marginación y pobreza, es común que desconozcan el uso de lavadoras, de hornos de microondas y otros artículos electrodomésticos, incluso que tengan miedo de intoxicarse con los líquidos para limpiar muebles o ventanas.

No tienen baño, no hay piso (de concreto) en sus casas, es tierra, entonces hay que enseñarles a barrer, trapear, a utilizar cada electrodoméstico, cada químico, para ellas es nuevo, explicó Marcelino Mora.

Las egresadas no tienen garantizado que de inmediato las contraten en alguna casa u oficina, pues deben seguir el proceso de entrevista laboral, registro en bolsas de trabajo y en compañías de trabajo tercerizado y que tengan conocimiento que todo en la vida cuesta, que la vida no te regala nada, indicó Karina Castro.

Uno de los requisitos para tomar el curso es que sus hijos no permanezcan en los cruceros donde ellas venden y vayan al Centro de Día, donde reciben alimentación, educación y recreación, ayuda sicológica y educación sexual.

Las células de explotación laboral

El DIF municipal tiene registradas 110 familias que trabajan en 20 cruceros de la capital queretana. De ese número se desprenden 440 infantes que laboran con sus papás, de los cuales, 226 acuden al Centro de Día. El número de menores que trabajan en cruceros viales se incrementa a 720 en periodos vacacionales.

Karina Castro aseguró que en la capital operan cuatro célu- las integradas por familias dedicadas a explotar a niños en los cruceros para que pidan dinero o vendan artículos entre los conductores.

Es una red piramidal: una cabeza congrega 10 familias y cada una tiene cuatro o cinco hijos. Los líderes se encargan de dar el producto a los padres y éstos a los hijos para que lo vendan, explicó la presidenta del DIF municipal. De los líderes no brindó detalles porque son temas muy delicados.

La práctica de pedir ayuda económica en cruceros viales es enseñada a los menores de generación en generación, explicó Mora López.

Narró que observó cuando los padres de un menor le ensuciaron la cara para llevarlo a pedir ayuda entre automovilistas luego de sacarlo del Centro de Día donde fue bañado y alimentado.