El voto, obligatorio; el sistema electrónico, a prueba de hackers
Payaso de la tv, con alta posibilidad de llegar a la Cámara de Diputados
Domingo 3 de octubre de 2010, p. 28
Sao Paulo, 2 de octubre. En el mismo año en que 42 por ciento de los estadunidenses prefirieron no ir a las urnas, pese a un fenómeno electoral llamado Barack Obama, en Brasil el abstencionismo fue de sólo 17 por ciento, y eso que no se disputaba la presidencia.
La razón es simple: en Brasil el voto es obligatorio para los ciudadanos entre 18 y 65 años (y opcional para los jóvenes entre 16 y 18, así como para adultos mayores).
Los casi 136 millones de electores brasileños votan en urnas electrónicas, que funcionan con tecnología desarrollada por el nacional Instituto Nacional de Investigación Espacial.
El Tribunal Superior Electoral (TSE) informa que la urna electrónica es un microcomputador creado para recibir los votos. Contiene una terminal de mesa, donde el votante es identificado y recibe la autorización para votar, y una terminal del elector que registra numéricamente el voto
.
Las urnas
parecen una antigua máquina sumadora. El votante debe llevar acordeón o tener buena memoria, porque cada candidato tiene un número.
Los aspirantes a diputados estatales tienen una cifra de cinco dígitos. Por ejemplo, 13400. El elector tiene que teclear ese número en la urna
, que entonces le mostrará la foto y el nombre del aspirante. El elector oprime entonces la tecla confirmar
y un pitido le indica que su voto ha sido registrado. Y así sucesivamente, con el candidato a diputado federal (cuatro dígitos), los aspirantes a senadores (dos, cada uno con tres dígitos), gobernador y presidente. Los últimos dos cargos tienen sólo dos dígitos: Dilma Rousseff es 13 y José Serra 45.
En la elección de 2000 el sistema de urna
electrónica se extendió a todo el territorio brasileño y actualmente una porción de electores, aunque todavía menor, vota en urnas
biométricas que registran las huellas digitales de los 10 dedos de las manos.
El año pasado, el TSE retó a los “hackers a intentar vulnerar el sistema electrónico, pero ninguno pudo concretar el ‘fraude’”.
Cacareco y Tiririca
Los brasileños no necesitan votar por el burro Chon ni por Cantinflas, que nunca fueron candidatos. Para eso tienen a Tiririca, un cómico de televisión que ha desbancado a figuras como el futbolista Romario o la cantante Simony, quienes también buscan un lugar en la Cámara de Diputados.
Tiririca hace campaña llamándose a sí mismo burro
y tiene anuncios donde pide: Vote por mí, para ayudar a los más necesitados, incluida mi familia
.
Este domingo, cuando cerca de 136 millones de electores tengan la opción de acudir a las urnas, casi un millón de ellos votará, según los últimos sondeos, por Tiririca, quien busca ser diputado federal por Sao Paulo.
Aunque un payaso no define una contienda en la que participan más de 22 mil candidatos de 27 partidos, Lula se cuidó, en una entrevista, de atacar a aspirantes como Tiririca, porque representan una parte de la sociedad
.
La candidatura de Tiririca, además, no tiene nada de payasada. Dado que la ley electoral permite el trasvase de votos de una misma fuerza política, el cómico, con su altísima votación, permitirá que otros cinco o seis políticos del Partido de la República –aliado del PT en la candidatura presidencial– vayan a vivir a Brasilia.
Algo que no lograron los periodistas que, en 1958, llamaron a votar por un huésped recién llegado al zoológico de Sao Paulo. Cacareco, que era un rinoceronte, obtuvo 100 mil votos, más que cualquier otro candidato, en la disputa de la alcaldía de Sao Paulo. Pero sus sufragios no hicieron diputado a nadie.