Inauguran Rostros de la divinidad, muestra con la curaduría de Sofía Martínez del Campo
recuperar el simbolismode ofrendas mayas
Forman parte de la exhibición 13 mosaicos de jade y un pectoral restaurados, dice a La Jornada
La especialista resalta el trabajo de los arqueólogos Roberto García Moll y Enrique Nalda
Jueves 12 de agosto de 2010, p. 3
Con la exhibición por primera vez de los ajuares funerarios de seis dignatarios mayas del periodo clásico (200-900 dC), como informó La Jornada (10/8/10), eje de Rostros de la divinidad: los mosaicos mayas de piedra verde –exposición que hoy se inaugura en el Museo Nacional de Antropología–, la curadora Sofía Martínez del Campo Lanz tiene la ilusión de que cuando estos objetos regresen a las ciudades donde son exhibidos regularmente, eso ahora se hará en conjunto
y no sueltos, como ha sucedido.
A partir del hallazgo de las máscaras funerarias en el contexto arqueológico de cada una, los objetos por alguna razón se disociaron y comenzaron a exhibirse en distintos museos, en distintas vitrinas; entonces el significado de conjunto se perdió
, expresa la restauradora.
En 2001, cuando comenzó la restauración más reciente de la máscara funeraria de mosaico de jade de K’inich Janaab’ Pakal, descubierta en 1952, se inició asimismo un proceso multidisciplinario de trabajo que derivaría en el programa de conservación y restauración conocido como Proyecto máscaras funerarias, que coordina Martínez del Campo Lanz, de la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Se han restaurado 13 mosaicos de jade y un pectoral de concha exhibidos en la muestra con toda su ofrenda funeraria, procedentes de Palenque, Calakmul, Oxkintok, Dzibanché y La Rovirosa.
El orden de las teselas
El objetivo inicial del proyecto era organizar la exposición Rostros mayas: linaje y poder. A la fecha esa propuesta se ha convertido en un núcleo del que parten distintas líneas de investigación.
Toda esta recuperación de la imagen de los mosaicos de jade ha sido posible gracias al trabajo que han hecho los arqueólogos del INAH a lo largo de estos 60 años, porque su registro, su cuidado, su limpieza, nos han permitido acceder a una serie de imágenes plasmadas en la plástica maya que no sólo son de una belleza extraordinaria, sino contienen en un lenguaje de símbolos todo el ritual, la ceremonia, los conceptos cosmológicos y cosmogónicos de la cultura maya presentes en cada momento de su vida
, indica a La Jornada Sofía Martínez del Campo.
Los mosaicos, conformados por muchas teselas, pueden ser reconstruidos de diversas formas. Si no se tiene un estudio preciso del orden que deben guardar dentro del conjunto, se consigue un rostro de características distintas, impreciso, de volúmenes variados. Eso sucedió durante las restauraciones de los años 80 y 90 del siglo pasado, dice la experta.
La finalidad del proyecto máscaras funerarias consiste en la recuperación de los valores estéticos y simbólicos de estos mosaicos para poderles dar una lectura acertada. Si estos valores están alterados por un mal armado, entonces la interpretación es errónea.
Dentro de los mosaicos está escrito el patrón de manufactura que los mayas dieron a cada uno. El estudio y la dedicación es lo que permite leer o descubrir ese patrón de manufactura para poder hacer un armado adecuado con las características de los personajes de la plástica maya
.
De la máscara de La Rovirosa, por ejemplo, se desconoce su contexto porque fue recuperada de un saqueo.
–¿Hasta qué grado es fiel la colocación de los objetos?
–Sí hay ciertas modificaciones, porque hay movimientos durante los procesos de descomposición del cuerpo dentro del sepulcro. Por ejemplo, la máscara funeraria que Pakal tenía colocada sobre el rostro se deslizó en el momento que la cabeza se volteó hacia su lado izquierdo y cayó sobre el piso cubierto de cinabrio. Y, como fue encontrada por Alberto Ruz Lhuiller, es una capa inferior y una capa superior.
“Las fotografías de contexto a color que tomó Arturo Romano y los dibujos que hizo Hipólito Sánchez Vera registran la posición precisa de todas las teselas.
“Para la reconstrucción, además de esta información, fue necesario corroborar que los ensambles entre las piezas correspondieran. Es un trabajo que lleva mucho tiempo, de mucho detalle, mucho ensayo y error, hasta que todas las piezas correspondan, las principales con aquellas que las circundan, y los volúmenes y las formas sean los adecuados.
Hay una continuidad de líneas, una suavidad en la superficie del mosaico al tacto, una continuidad de líneas de luz que cuando las teselas no están en su lugar se daría como una difracción de las de luz.
Hace hincapié en el trabajo de Roberto García Moll en los estudios mayas; ha sido muy completo y el cuidado que ha tenido en la recuperación de los objetos permite restaurar y mostrarlos al público para dar lectura a lo que acontecía en esas ciudades. Lo mismo sucede con el trabajo de Enrique Nalda en Dzibanché, en Cojulich y en el complejo de cuatro ciudades mayas en Quintana Roo, porque algo relevante de estos dos arqueólogos es que han dado difusión a sus descubrimientos para que otros investigadores podamos seguir adelante con nuestro trabajo
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