El peligro de las plataformas petrolíferas
Alex Fernández Muerza
Revista Consumer Eroski
La catástrofe del Golfo de México evidenció el peligro de las plataformas petrolíferas en alta mar. “Catástrofe nacional” califica el gobierno de Estados Unidos a la marea negra que se registra desde el 22 de abril pasado y es ahora el peor accidente ambiental de su historia. La plataforma petrolífera siniestrada ha mostrado los riesgos de este tipo de extracción, de la que muchos países no se encuentran a salvo. Las consecuencias de un vertido de crudo, en especial en un frágil ecosistema de gran biodiversidad, pueden ser muy nocivas y durar décadas. Las tareas de recuperación son muy costosas y no restablecen del todo la situación original. Para evitar estos accidentes, algunos expertos reclaman cambiar de sistema energético y más medidas de seguridad.
Sobre lo que ha ocurrido bien vale la pena señalar cómo el año pasado la British Petroleum envío al gobierno de Estados Unidos un análisis de impacto ambiental en el que afirmaba que un accidente que pudiera dañar el litoral, las costas y la fauna de los estados del Golfo de México era “muy poco probable o imposible”.
Además, los responsables de las plataformas de esta zona aseguraron siempre contar con la experiencia y los medios técnicos más avanzados del mundo. Por ello, el desastre pone en una situación delicada a los defensores de extraer petróleo en mar abierto frente a las costas estadounidenses, una posibilidad que se ha debatido en los últimos años con más intensidad.
El gobierno de dicho país ha señalado que BP tendrá que hacer frente a los gastos que se deriven del vertido. Se estima que el costo de la operación de tapar el pozo y combatir los daños causados ascenderá a varios miles de millones de dólares. Igualmente, que no se permitirán nuevas zonas de perforación hasta después de revisar el derrame. Sin embargo, dos jueces echaron para atrás esta determinación y el gobierno ahora busca dejarlas sin efecto por diversos medios legales.
La catástrofe también se ha cobrado víctimas humanas. En la explosión murieron once operarios, que se suman a las 688 personas que perdieron la vida en accidentes de plataformas petrolíferas marinas en los últimos 30 años. Todavía no se tiene la versión oficial de las causas, pero se cree que podría haber sido una explosión de gas inflamable, al igual que en la mayoría de los 858 incendios ocurridos desde 2001 en las plataformas del Golfo de México.
Los accidentes petroleros y los riesgos en alta mar
Los accidentes en las plataformas petroleras y los derrames de petróleo muestran la necesidad de que el mundo se dirija firmemente hacia energías más limpias y seguras, afirma la organización de conservación WWF. En un mundo que busca más y más petróleo y gas en aguas más profundas y ubicaciones cada vez más difíciles y delicadas, también es necesario considerar que estamos ingresando a territorios en los que los accidentes son más probables, difíciles de responder y con mayores consecuencias.
“En el Golfo de México se cuenta con una infraestructura bien desarrollada y con acceso a la tecnología más avanzada para responder a un derrame, lo que ofrece las mejores circunstancias posibles para enfrentar un desastre como este”, declaró William Eichbaum, vicepresidente de Políticas Marinas y el Ártico de WWF-US. Sin embargo, y pese a todas estas ventajas, la crisis que se inició el 22 de abril al estallar la plataforma Deepwater Horizon creció con el paso de los días.
Se estima que entre 400 y 600 especies se encuentran en potencial peligro conforme el petróleo proveniente del derrame del pozo Macondo alcanza las costas de Estados Unidos y en uno de los momentos más críticos para las aves migratorias. Para cerca del 75 por ciento de las aves acuáticas de este país, la zona afectada por la mancha de crudo representa un lugar vital donde pasar el invierno o descansar. Ésta es la época de mayor migración y anidación, con los primeros polluelos aventurándose hacia los pantanos que se encuentran en la ruta que recorre el petróleo.
La zona del derrame es un área muy importante de desove para el atún azul del Atlántico occidental, en peligro de extinción, que ahora regresa a la zona para su corta época de desove. Asimismo, está en riesgo una de las principales industrias de mariscos de Estados Unidos: cerca del 50 por ciento de los camarones y el 40 por ciento de los ostiones capturadas en sus aguas costeras y marinas, que también están en proceso de reproducción.
“La devastación ecológica y económica que se extiende por el Golfo de México nos recuerda que la exploración y producción de petróleo en alta mar es sumamente riesgosa y que deberíamos pensar dos veces antes de ingresar con estos fines a otras áreas marinas vulnerables y peligrosas”, declaró James Leape, director general de WWF Internacional.
La industria petrolera no ha adoptado el enfoque de “esperar lo mejor pero prepararse para lo peor”. La WWF señala cómo las evaluaciones de impacto ambiental y los planes de contingencia para la explotación petrolera en el inhóspito mar de Chukchi en Alaska, descartan los riesgos de derrames, considerándolos “insignificantes” y por eso las petroleras se han negado a analizar riesgos potenciales y a planificar respuestas para casos de desastre.
El petróleo es altamente tóxico para el ambiente marino y costero y sus impactos en la vida silvestre pueden persistir por décadas. Aún se puede encontrar petróleo y persiste el daño ocasionado por el desastre del Exxon Valdez en 1989. En el caso del “accidente” ocurrido en abril pasado en el Golfo de México, supera la cantidad de petróleo derramado por el Exxon Valdez.
A fines del año pasado, WWF participó en la evaluación de riesgos y daños ambientales del derrame causado por la exploración Montara en el Mar de Timor. Aunque significó menos de la décima parte del desastre del Golfo de México (se estimaron unos 400 barriles por día, en comparación con los 5 mil en el Golfo), y estuvo localizado en aguas menos profundas (cerca de 90 metros en comparación con los casi mil 500 metros del pozo Macondo) tomó cuatro intentos y 73 días para tapar la fuga completamente.
El derrame de petróleo se extendió por más de 90 mil kilómetros cuadrados de mar y arrecife en aguas de Indonesia. Incluyendo el Triangulo de Coral, área prioritaria para la conservación mundial. Así como el Golfo, la zona de derrame de Montara albergaba ballenas y delfines, zonas de desove de atún, tortugas y aves marinas.
“Desafortunadamente, creo que nunca se conocerá el verdadero impacto en la vida silvestre”, dijo Gilly Llewellyn, directora de Conservación de WWF Australia, quien viajó al Mar de Timor durante el derrame a fin de superar la falta de información tanto oficial como por parte de la empresa responsable. “Simplemente no se puso suficiente esfuerzo para monitorear el impacto total del derrame. Sin embargo creemos que fueron miles si es que no decenas de miles, las criaturas marinas: aves, ballenas y delfines que pudieron entrar en contacto con el petróleo y resultar afectadas”.
La doctora Llewellyn, científica marina también familiarizada con el caso del Golfo de México, afirmó que la riqueza costera de Luisiana proviene de la compleja mezcla de islas arenosas y pantanos lodosos. “Se puede limpiar la arena pero no el lodo,” declaró. “Si el petróleo alcanza las zonas fangosas, los efectos podrían ser muy duraderos”. Y sí está ocurriendo desde hace varios días.
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