Dolorosa para todos, la pérdida de vidas, asevera egresada
Sábado 24 de julio de 2010, p. 13
En las fuerzas armadas no estamos cansados, mucho menos abatidos ni pedimos tregua en la lucha contra la delincuencia, advirtió el director de la Escuela Superior de Guerra, el general Valentín Rodríguez Altamirano.
Durante la ceremonia de graduación de 150 militares, incluidas las primeras dos mujeres oficiales egresadas de esta escuela, explicó que la prudencia y paciencia de la población ha llegado a su límite a causa de la criminalidad.
Ante Felipe Calderón expresó: señor Presidente: México quiere paz, armonía y progreso. El objetivo es lograr, entre otros, y entre todos y con concordancia, una superación real y constante del país en los más variados órdenes y aristas
.
Desde la perspectiva de este alto mando militar, los transgresores de la ley lesionan importantes jirones de la patria, y hacen daño a miles de familias llenándolas de luto y desasosiego. Les han quebrado la vida
.
Reiteró el llamado presidencial sobre la unidad nacional para poner alto a las espirales de aberración, que cobra vidas inocentes entre los mexicanos.
Si estamos divididos mostramos flaquezas y debilidades, dejamos espacios vulnerables ante el crimen organizado que pretende imponer su voluntad por encima de la ley, amenazando la paz y tranquilidad de nuestras comunidades y coartando las libertades y garantías de los mexicanos
, argumentó.
Resaltó que abrieron las puertas a dos compañeras de armas y declaró estar seguro que portarán con orgullo, al igual que sus colegas, la placa, sabinetas, marruecas y cordones que distinguen al diplomado de Estado Mayor.
Blanca Jiménez Centeno, una de las graduadas, defendió la lucha para desterrar para siempre las nefastas estructuras de la clandestinidad, franjas negras de estos grupos que operan al amparo de complicidades compradas.
Mencionó que la guerra contra estos enemigos ha segado innumerables vidas, lo cual ha sido doloroso para todos.
El costo es muy alto, pero la inmovilidad, la inacción, el disimulo ante la evidencia de un cáncer que carcome a la sociedad es doblemente criminal, pues permitirlo sería incurrir en complicidad, expresó.