Política
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Cuestiona Labastida la sana distancia
 
Periódico La Jornada
Viernes 2 de julio de 2010, p. 11

Francisco Labastida Ochoa se asume conocedor del sistema político mexicano. Fue gobernador de Sinaloa, y en su momento Carlos Salinas de Gortari ponderaba su gestión. En la administración de Ernesto Zedillo fue secretario de Agricultura y luego de Gobernación.

Sin embargo, desde 2000 se le ubica como uno de los responsable de la derrota electoral del PRI de ese año. Su impulsor, Zedillo, lo dejó solo para apuntalar sus tesis de la sana distancia del PRI y la transición democrática.

Hoy senador por su estado natal, Labastida se encarga de señalar precisamente a Zedillo como el engrane mayor de la debacle de su partido hace una década:

El presidente no se identificaba con el PRI y quería que perdiera las elecciones constitucionales.

–¿Por alguna negociación con alguna otra fuerza política?

–Yo creo que él pensaba que era bueno que el partido perdiera.

–Así de llano. ¿No expresaba razones? ¿No habló usted con él?

–¡Sí, claro! Quería que el partido perdiera.

–¿Pero qué razones daba?

–Eso lo platicamos dos años atrás. Él creía que era bueno que el partido perdiera. Cuando él dice en marzo de 1995 que hay que guardar una sana distancia entre el PRI y el gobierno, lo hace porque el PRI debía guardar una sana distancia del gobierno, no el gobierno del PRI. ¿Por qué toma decisiones de quitar a un presidente del partido y mandarlo a la Aseguradora Hidalgo? Eso era simplemente que no apreciaba al partido, no se identificaba con el partido.

–¿Para Zedillo el PRI tenía que irse porque ya había gobernado mucho tiempo? Eso era una razón barata, ¿no?

–No sé cuál sea la razón, pero sí sé cuál es la decisión.

–La de hacerse a un lado sin otro argumento –se le replica.

–¡No! No sólo hacerse a un lado. Quería que el partido perdiera. No sólo ser omiso. La responsabilidad de un presidente es dejar que los partidos compitan libremente, es servirle al país, no estar asociado a un partido; debe estar por encima de los partidos, gobernar para el país, no para aquéllos. Creo que sabíamos de política, debió hacerle caso a quienes confío la responsabilidad del partido y de la Secretaría de Gobernación. Si tiene confianza para nombrarlos, debe tenerla también para escuchar el juicio de ellos.

–¿A usted lo ató de manos?

–Se entró a una campaña donde solicité a dos gentes que dirigieran la campaña y no me las dio el presidente. Influye también que no haya llegado a la dirigencia nacional una gente que conociera bien el partido, no se me concede. Llega una gente buena, bien calificada, a quien se le tiene confianza, pero que no conocía el partido, y él era Esteban Moctezuma. No entran Jesús Murillo Karam y Rafael Rodríguez Barrera, que también yo lo pedí y no me dio.