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Otumbayeva, al frente del periodo de transición hasta finalizar 2011

Kirguistán, república parlamentaria, con 2% de los votos escrutados
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 28 de junio de 2010, p. 32

Moscú, 27 de junio. El gobierno provisional de Kirguistán –integrado por los dirigentes de varios partidos opositores que accedieron al poder en abril pasado tras encabezar el levantamiento popular contra el régimen autoritario y corrupto del presidente Kurmanbek Bakiyev, desde entonces exiliado en Bielorrusia– obtuvo este domingo la necesaria legitimación en las urnas.

Con apenas 2 por ciento de los votos escrutados, la presidenta interina, Rosa Otumbayeva, anunció esta noche la aprobación del referendo constitucional que suprime el sistema presidencialista y convierte Kirguistán en la primera república parlamentaria de Asia central.

Rusia y Estados Unidos, que mantienen sendas bases aéreas en las localidades kirguisas de Kant y Manás, respectivamente –y según rumores planean ampliar su presencia militar–, a partir de ahora tienen en Bishkek un interlocutor legítimo en la persona de Otumbayeva, quien estará al frente de Kirguistán durante un llamado periodo de transición que concluye el 31 de diciembre de 2011.

La votación se llevó a cabo dos semanas después de que estalló en el sur de ese país centroasiático el más grave conflicto interétnico de los últimos 20 años.

Los enfrentamientos entre las comunidades kirguisa y uzbeka dejaron como cruento saldo un número de muertos y heridos imposible de cuantificar y provocaron el éxodo de 400 mil personas, cerca de 100 mil de las cuales buscaron refugio en Uzbekistán y, en vísperas del referendo, fueron obligadas a regresar a Kirguistán, donde –con la ayuda humanitaria internacional– se habilitaron campamentos para los que encontraron en ruinas sus casas.

De acuerdo con los datos preliminares dados a conocer en Bishkek, la afluencia a las urnas fue de 67 por ciento, dato muy alto en el contexto de los centenares de miles de desplazados, pero irrelevante desde el momento en que, para asegurar el éxito del referendo, se eliminó el requisito de un porcentaje mínimo de participación, se impuso el estado de excepción en las regiones del sur (levantado sólo por unas horas este domingo) y se tomaron medidas poco habituales en materia electoral.

Se permitió, por poner un ejemplo, votar a personas sin documentos, argumentando que muchos los perdieron a consecuencia del conflicto interétnico.

Así las cosas, no sorprende que las autoridades kirguisas aseveren que la nueva Constitución y la propuesta de que Otumbayeva continúe al frente del país recibieron cerca de 90 por ciento de los votos. Sería erróneo interpretar estos resultados, difundidos esta noche por KABAR, la agencia noticiosa oficial de Kirguistán, como un respaldo masivo al gobierno provisional por parte de una población fracturada por motivos étnicos.

Cifras tan poco creíbles circulan sólo con la connivencia de Rusia y Estados Unidos, interesados en que Kirguistán tenga un gobierno con reconocimiento internacional, lo cual les permitiría enviar tropas allá, en el supuesto de que la situación se deteriore y ello ponga en peligro la seguridad de sus bases militares.

El referendo –en todo caso– no es la solución al conflicto interétnico, sino el primer paso de un largo proceso de reajustes políticos que, en el corto plazo, debe proseguir con la convocatoria de elecciones legislativas para formar Parlamento.