ste año coinciden en el Consejo de Seguridad (CS) de la ONU Brasil, México y Turquía. Uno de los asuntos centrales de la agenda de ese órgano es la cuestión nuclear iraní
. La más reciente resolución del CS al respecto data de septiembre de 2008. Su ulterior consideración ha sido, en los hechos, extraída del consejo y expropiada por los cinco miembros permanentes más Alemania, que constituyen un agrupamiento ad hoc conocido como Los Seis
. Los 10 miembros electos del consejo han quedado excluidos de las consultas de Los Seis. No se han registrado objeciones formales a que el tema –inscrito en la agenda del consejo– se discuta fuera de su sede, lo que es irregular, ni a que se permita actuar como miembro permanente de facto a un país que no es parte del consejo desde 2004. Los Seis acaban de anunciar su acuerdo en los elementos centrales de una nueva resolución sobre el asunto, centrados en la ampliación y endurecimiento de las sanciones que el consejo ha decidido aplicar a Irán en resoluciones anteriores. Esas irregularidades, además de la naturaleza explosiva del tema –dicho sea sin intentar un juego de palabras–, y de la experiencia en general negativa con los regímenes de sanciones, han llevado a sus actuales miembros a asumir distintas posiciones sobre el asunto. Conviene analizar las actitudes, muy contrastantes, de los tres arriba mencionados. Un embajador estadunidense acudió, hace años, a una metáfora zoológica para caracterizar las actitudes de Estados Unidos y México en su relación bilateral: el oso y el puercoespín
. Imitándolo, la comparación que se presenta en esta nota podría titularse: los castores y el ciempiés
.
Brasil y Turquía han decidido asumir una actitud activa y propositiva frente a la cuestión nuclear iraní, centrada en subrayar la inconveniencia de las sanciones y en la construcción de instancias de negociación multilateral para alcanzar el objetivo que todos aseguran perseguir: evitar el surgimiento de otro Estado nuclear. Los mueve un interés nacional claro: ambos están interesados en desarrollar programas amplios y ambiciosos de utilización pacífica de la energía nuclear. México ha propalado un objetivo similar, aunque con mayor cautela y timidez. Su (así llamada) estrategia nacional de energía
se limita a establecer que se evaluará la opción nucleoeléctrica por su carácter de tecnología limpia
. Como los tres prevén el desarrollo de los usos pacíficos del átomo en los próximos lustros, sirve a su interés nacional que deje de usarse el pretexto de la no proliferación para frenar programas nacionales o regionales de desarrollo nuclear pacífico, bajo las salvaguardias del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y compatibles con el Tratado de No Proliferación (TNP).
Se ha exigido a Irán detener sus actividades de enriquecimiento de uranio. Mientras no se demuestre que ha desviado material nuclear para usos bélicos –y hasta ahora no ha sido demostrado, aunque el OIEA ha manifestado sospechas– Irán, como todo signatario del TNP, tiene pleno derecho a enriquecer uranio para aplicaciones civiles y a reprocesar combustible nuclear. En un ambiente internacional que se preocupa más por el riesgo potencial de que un país pueda llegar a producir armas nucleares que por el peligro real de la existencia de arsenales nucleares clandestinos o declarados, hay que buscar salidas que concilien el desarrollo de actividades nucleares civiles con el imperativo de la no proliferación.
Tal ha sido la actitud de Brasil y Turquía, empeñados en construir opciones útiles, como la anunciada en Teherán hace una semana, que cierren la puerta a nuevas sanciones contra Irán –que sólo envenenarían el ambiente de negociación con el OIEA y el CS– y posibiliten salidas positivas que ofrezcan a todos seguridades de que podrán llevar adelante los programas de desarrollo nuclear civil que consideren convenientes. En otras palabras, los castores construyen represas ante los dobles raseros y los prejuicios con que Los Seis han manejado la cuestión nuclear iraní. Esta actitud les ha valido incomprensión y censuras de parte de los halcones dentro de Los Seis, en especial Estados Unidos, Francia y Reino Unido. Parece que las sanciones reforzadas fueran un fin en sí mismas, independiente de la actitud de Irán.
De acuerdo con los informes mensuales sobre la actuación del país en el Consejo de Seguridad de la cancillería mexicana (disponibles en su página web), en enero de 2010 México fue elegido presidente del Comité 1540 (No Proliferación). Hasta finales de abril, este comité no había presentado al consejo informe alguno sobre sus trabajos. El 10 de marzo se recibió el informe del Comité de Sanciones 1737, relativo a Irán, presidido por Japón. En la sesión sólo se escucharon las voces, un tanto discordantes en ese momento, de los cinco miembros permanentes. México eligió un entorno menos comprometido, el debate mensual sobre el Medio Oriente correspondiente a marzo, para que su representante hiciera la única alusión registrada en cuatro meses a la cuestión nuclear iraní. Dice la cancillería: se refirió al tema de Irán, apuntando que la creación de una zona libre de armas nucleares en el Medio Oriente debe pasar por un acuerdo global de paz en la región y debe ser materia de revisión del CS
. En otras palabras, en lugar de enfrentar la cuestión, México prefirió condicionarla a dos objetivos deseables, pero por ahora inviables. Para alcanzar un Oriente Medio desnuclearizado lo urgente sería desmantelar el único arsenal nuclear del área, el israelí. Conjurar el peligro real, en lugar de concentrarse en los riesgos potenciales. Un acuerdo global de paz en la región exigiría conjuntar elementos, como las negociaciones directas israelo-palestinas y un clima de confianza en la región, que ni los más optimistas suponen factible reunir. En lugar de presentar o respaldar propuestas realistas, como la de los castores, México ha preferido irse por las ramas, como el ciempiés. ¿Para eso fuimos al Consejo de Seguridad?*
*El encuentro de 24 de mayo entre los titulares de Exteriores de Irán y México –carente de sustancia, si se atiende a la información divulgada por la SRE– no altera este análisis.