Fue en el periodo posrevolucionario, concretamente en la década de los 20 del siglo pasado, cuando se generó el estereotipo sumiso, pícaro y huraño del indígena.

Durante su participación en el congreso internacional Los indígenas en la Independencia y Revolución Mexicana, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el historiador Ricardo Pérez Montfort aseveró que el cine, la radio y el teatro de carpa fueron los medios que generaron los estereotipos del indito que hasta nuestros días existen para ese sector de la población.

Indicó asimismo que los regímenes posrevolucionarios y la intelectualidad de esos años se percataron de la necesidad de incorporar a los pueblos originarios al desarrollo de México y recuperar lo indígena para bien de la cultura. Sin embargo, no había un acuerdo de cómo hacerlo.

El académico del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social y de la Facultad de Filosofía de la UNAM sostuvo que uno de esos esfuerzos fue el concurso La india bonita, en el cual 10 mujeres indígenas posaron para las cámaras a fin de elegir a la más bella para recuperar la belleza originaria. Esto se transformó en un estereotipo que presentaba una belleza salvaje y de tez morena, alejada del mestizaje.

Añadió que los medios definían lo indio a partir de la forma de vestir, ademanes, actitudes sumisas y color de piel: el indio como estereotipo es usado para identificar un tipo del mexicano: el más miserable.

El autor de Expresiones populares y estereotipos culturales en México, Siglos XIX y XX. Diez Ensayos concluyó que si el Estado posrevolucionario intentó recuperar el indigenismo e incorporarlo al desarrollo del país, lo hizo sin respetar tradiciones ni costumbres, lo que se sumó a la creación del estereotipo que se mantiene hasta nuestros días. Los indígenas fueron despolitizados y se creó una imagen del indio inventada en la cultura popular que derrotó a esa cultura que deambula por el país.