Académicos analizan participación de etnias en la Independencia y la Revolución
Las leyes de desamortización, y de baldío, ofensivas liberales del siglo XIX contra ellos
Jueves 25 de febrero de 2010, p. 42
Los pueblos indígenas seguirán dando muchas batallas, pues tras la Independencia y la Revolución han sido excluidos del desarrollo nacional, aseguraron académicos universitarios.
Durante la tercera jornada del congreso internacional Los indígenas en la Independencia y en la Revolución, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México, Felipe Ávila, del Instituto de Investigaciones Históricas, aseveró que durante el siglo XIX el liberalismo emprendió una ofensiva económica y cultural consciente
contra los pueblos originarios, ya que se les consideraba como lo más atrasado de la sociedad.
Esta ofensiva incluía el desarrollo de una agricultura de mercado, que representaba un avance contra la propiedad comunal indígena y un sometimiento de su fuerza de trabajo, por lo que los indios se vieron orillados a desplazarse hacia montañas y desiertos.
Ávila consideró que las leyes de desamortización, durante la Reforma; y las de baldío, en el Porfiriato, son dos de las ofensivas liberales que se dieron contra los pueblos indígenas en el siglo XIX.
Por su parte, Sergio Sarmiento, del Instituto de Investigaciones Económicas, aseveró que el sector indígena es el único que tras la Revolución le declaró la guerra al Estado, lo que sucedió en 1994 con el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, hecho que reactivó el movimiento indígena nacional para demandar al gobierno responder a sus exigencias y resolver sus necesidades.
Dijo que aunque este sector ha sido protagonista en muchos conflictos sociales y armados del país, a la fecha esa participación no se ha traducido en el reconocimiento y garantía de sus derechos, sino al contrario, lejos de que haya un panorama alentador para los indígenas, éstos sólo viven retrocesos.
Sin embargo, dijo que la participación de los indígenas en el conflicto revolucionario de 1910 también se presentó por interés, ya que les pagaban un sueldo, comida y vestido, por lo que en ocasiones las convicciones no existían. Por ello muchos indígenas del ejército huertista pasaron a las filas del carrancismo, y posteriormente al villismo.
Aunque –subrayó el investigador– el grupo que en esa época fue consciente de por qué peleaba y sentía convicción por su lucha fue el encabezado por Emiliano Zapata.