Opinión
Ver día anteriorLunes 22 de febrero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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La magnitud de un desastre, fruto de la desidia
A

hora que las aguas negras retomaron su nivel y las colonias afectadas por las inundaciones recientes regresan a una normalidad marcada por la pérdida de bienes y el temor a nuevos desastres, debe tomarse en todo lo que vale la confesión del titular de la Comisión Nacional de Agua, José Luis Luege: está mal la infraestructura del canal de La Compañía, sistema de captación y desfogue de aguas negras en el oriente de la cuenca de México.

El funcionario sostiene que es necesario revisar toda la ingeniería del canal para evitar nuevas inundaciones. Las fallas las detectaron luego que las aguas negras cubrieron más de 50 hectáreas urbanas en el valle de Chalco y obligaron al cierre por más de una semana de la autopista a Puebla y otras poblaciones del oriente. Más de 100 mil personas sufrieron por este nuevo desastre, fruto de la desidia oficial, no de la naturaleza.

Luege agrega que debe cambiarse todo el esquema existente para el desfogue de las aguas negras. No dijo, en cambio, por qué si supo que iba a llover más de lo acostumbrado la comisión a su cargo y las autoridades del estado de México no tomaron las precauciones necesarias para evitar que miles de familias de Chalco quedaran a merced del agua negra, sin luz ni agua potable por más de una semana. Comenzando por reforzar oportunamente los bordos del canal. Igual en el caso del río Los Remedios. Por eso y por lo recurrente de las inundaciones en Iztapalapa, miles de familias también sufrieron por la falta de previsión de las autoridades de la capital del país y del estado de México.

Si la cordura y el deseo de servir realmente a la población priva de ahora en adelante entre las instancias oficiales, sería de esperarse un informe imparcial y exacto del estado de la obra hidráulica en la cuenca de México, sus limitaciones, además de tomar desde ya medidas para evitar nuevas Venecias de séptima la próxima temporada de lluvias.

En tanto, el valle de Chalco se hunde a niveles muchísimo más peligrosos que el resto de la cuenca por la extensión sin control de la mancha urbana y la extracción también sin medida del acuífero, que cada vez se abate más por la pérdida de superficie de captación del agua de lluvia que sirve para alimentarlo. Es un fenómeno que varios especialistas denunciamos hace 20 años, cuando la expansión urbana sobre áreas agrícolas y de reserva se alentó desde el gobierno.

Hoy, cuando la situación es crítica, no hay una sola medida para ordenar la expansión de la metrópoli y los funcionarios no entienden que la prioridad es retener el agua de lluvia en la cuenca, en vez de sacarla sin darle uso alguno por medio de magnas y costosas obras de ingeniería que dejan su estela de corrupción. Los estudios de los especialistas sobre estos temas son ignorados por las autoridades que hablan de los problemas cuando las tragedias afloran. Entonces hacen acto de presencia para confortar a los damnificados, difundir su visita en los medios, prometer ayudas sin cuento y anunciar medidas salvadoras. Así cada año. Mientras, crecen los problemas hídricos que sufre el principal conglomerado poblacional del país, donde residen los poderes de la Unión, se genera más de la tercera parte del producto interno y lo mejor de la ciencia y la tecnología nacional; donde se dan los avances sociales, de igualdad y tolerancia más significativos.

En cuanto a la tragedia ocurrida en Tuxpan y Angangueo, con más de 30 muertos, es evidente que pudo evitarse. La zona urbana de Angangueo quedó destruida en 80 por ciento. Nada valió declarar a ese poblado y sus bosques patrimonio universal y galáctico porque en ellos hiberna la mariposa Monarca, símbolo de la cooperación ambiental de América del Norte. Pero sin garantizar la seguridad de la población y su patrimonio. La deforestación de las partes altas del poblado y permitir asentamientos en áreas críticas llevaron a la tragedia. Una falla más de las oficinas que en la Secretaría de Gobernación y en Michoacán dicen proteger a la gente y velar por su seguridad.

En Angangueo, Tuxpan y la cuenca de México los funcionarios informan de la magnitud del desastre, pero esconden la responsabilidad que tienen en lo ocurrido.