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Postulada al Óscar, trata sobre una comunidad árabe en un barrio multicultural israelí

Ajami, hecha con personas de la vida real, poderoso relato de supervivencia

Los diálogos son los de los propios actores; nunca supieron qué ocurriría al final de una escena, explica codirector

Buscamos que el espectador experimentara qué significa ser el otro

Foto
Una de las escenas de la multipremiada cinta
 
Periódico La Jornada
Lunes 22 de febrero de 2010, p. a15

Jerusalén, 21 de febrero. Postulada al Óscar como mejor película extranjera, y premiada en festivales como los de Cannes, Venecia, Salónica, entre otros, Ajami (nombre del barrio israelí que es amalgama de culturas y de puntos de vista enfrentados entre judíos, musulmanes y cristianos) transcurre en un contexto de desintegración social y evoluciona hasta convertirse en un poderoso relato de supervivencia.

Pero no es un largometraje más sobre el conflicto. No se trata de un panfleto visual, con personajes estereotipados y diálogos en busca de un simbolismo obvio. Lo que lo hace inusual es que va elaborando el complejo e implacable tejido social de una minoría árabe que enfrenta una serie de conflictos sobre el lugar que ocupa en la sociedad israelí.

Dirigida por el judío israelí Yaron Shani y Scandar Copti (palestino nacido y criado en Ajami), la película, de gran éxito entre la crítica y público de Israel, fue hecha casi sin guión y quienes actúan no son profesionales, sino personajes de la vida real. Se trata de árabes que realmente viven en ese barrio, y de policías judíos cuyo trabajo consiste, como en la película, en patrullar las calles de Yafo. Incluso, un juez beduino se interpreta a sí mismo.

Talleres de actuación

Un año de talleres de actuación ayudó a esas personas a prepararse para tres semanas de rodaje. Los diálogos son los de los propios actores; ellos nunca supieron qué ocurriría al final de una escena, explicó Scandar Copti.

Ajami demuestra que la realidad de la vida cotidiana se revela solamente cuando es alterada por alguien de fuera. Y en la película ese alguien está en todas partes y en todas las personas, como si el día a día de la región le ordenara a la gente juzgar a los demás en términos de nosotros contra ellos.

Yaron Shani señaló que “las personas viven en burbujas, ignorando a los otros. Cada parte tiene su narrativa, sus sueños. Ven al otro como una amenaza a esos sueños. Pero si uno ingresa en la burbuja del otro, ve sus sueños, su mundo interior y sus valores.

Nuestro objetivo fue hacer que el espectador experimentara qué significa ser el otro, resumió.

Sin embargo, la semana pasada una suerte de remake de Ajami tuvo lugar en la Yafo real.

Tony Copti, habitante de Ajami –que hoy día se ha convertido en un importante imán para los magnates de los bienes raíces, al que llegan cada vez más israelíes judíos atraídos por la perspectiva de mudarse a un área exótica con vista al mar–, actor de reparto en el filme y hermano del codirector Scandar Copti, fue brutalmente arrestado por la policía israelí junto con otro hermano. Según la versión policial, había atacado a oficiales durante una trifulca callejera.

En la película no se ve a la policía abalanzándose sobre personas inocentes, pero eso ocurre en la realidad. Nosotros no estamos vinculados al delito de ningún modo, y la policía lo sabe, dijo Copti luego de su liberación, varias horas después.

“Pero al mismo tiempo no se abstuvieron de decirme, aunque medio en broma: ‘¡Mi amigo, estarás aquí hasta después de los Óscares!’”, agregó, en alusión a los premios que se entregarán el 7 de marzo en Los Ángeles.