Campos cultivados
Zopilotean a GM
Narco suple a gobierno
Parcela blindada
ara los días difíciles que se viven, y los que vendrán, Felipe Calderón necesita en Bucareli un mariscal de campo aún peor que Mouriño y Gómez Mont, y en esa línea de degradación asoman ya los perfiles de los principales aspirantes a relevar al entrampado Fernando: Javier Lozano Alarcón, collarín cooperador especializado en tareas sucias, aunque no sean necesariamente relacionadas con lo laboral, que es el ámbito en que sus características más nefastamente se han manifestado en los años recientes; Juan Molinar Horcasitas, funcionario que sirve para todo y nada pero ha sido ejecutor implacable de tácticas y estrategias concebidas en sótanos donde lo blanco y azul se vuelve profundamente negro; Luis Felipe Bravo Mena, el jefe yunquista que desde la secretaría particular del ocupante de Los Pinos teje prendas de presunta protección al jefe disipado que luego se vuelven sacrosantas trampas y enredo; y, desde luego, el tapado felipista, habida cuenta de que el michoacano siempre embozado busca sorprender
con designaciones poco analizadas públicamente, para así solazarse con sus presuntas habilidades de encubrimiento de cartas por manejar.
Gómez Mont patalea declarativamente pero se ha desfondado políticamente (ya hasta Chucho Ortega anuncia que tendrá cuidado
con el comportamiento del desahuciado del rumbo del Reloj Chino). El coordinador de los diputados del PRI, Francisco Rojas (de Gortari), le ha echado una paletada de tierra que no tiene reversa, al confirmar que hubo negociación para canjear votos de tres colores en el Congreso, a favor de más impuestos, por compromiso panista de no caer en la tentación de hacer alianzas contra el fiscalmente coadyuvante PRI. Fernando de Bucareli se tropieza entre más trata de aclarar paradas: Felipe el Ausente no habría sabido nada de las andanzas aliadas de Gómez Mont, pero sí el paje Cesarín Nava, que no respira tres veces seguidas sin avisar a Los Pinos que ha cometido ese exceso. El abogado de la banda gástrica ya futuristamente innecesaria (¿ya para qué cuidar la figura física, si se ha perdido la política?) se movía abiertamente en el contexto de las alianzas en construcción, reuniéndose en público con Betty Paredes y Ulises Ruiz, pero Felipe Tapiado no sabía nada, no había nadie que le informara de lo que durante largas semanas se hacía en la cúpula de los poderes.
En esas guerritas de las alturas el PRI se saca de la chistera de las propuestas de reforma política un esmirriado conejo posdatado que se llama Revocación de Mandato. Con ese amago, el PRI alienta la esperanza de que los malos gobernantes y representantes públicos pudieran ser depuestos por voluntad popular, pero esas modificaciones, en caso de salir adelante sin que antes sean comercializadas políticamente para abortarlas, no serían retroactivas. Es decir, Felipe y la pandilla federal de gobernadores podrán seguir tranquilamente en el ejercicio de ineptitudes y corruptelas, pues esa revocación de mandatos no es hoy más que una forma aparatosa de asustar/negociar al calderonismo con el petate del huerto tricolor.
El jardinero en jefe del vivero institucional denominado Tribunal Superior Agrario también ofrece flores de espanto, al informar su gerente-presidente, Ricardo García Villalobos, que los narcotraficantes están sustituyendo al gobierno en el otorgamiento de crédito a campesinos y en el apuntalamiento económico de proyectos rurales. Esos nuevos gobernantes bucólicos no sólo ofrecen a los labradores el suficiente dinero en efectivo y la semilla necesaria para narcocultivos, sino protección casi institucionalizada y armamento para esa suerte de milicias populares defensoras del poder estupefaciente. Por cierto, el mismo García Villalobos había dicho en abril de 2009 que de las 21.7 millones de hectáreas disponibles para siembra en México, 7.2 eran destinadas a cultivos relacionados con el narcotráfico.
Encerrados en una parcela legislativa militarmente blindada, los miembros del gabinete de seguridad se reunieron ayer con los miembros de la Junta de Coordinación Política del Senado. Son explicables los cuidados logísticos y la discreción en lo específico a que los temas allí abordados obligan, pero un país incendiado por acciones policiacas y militares contra delincuentes, y también contra ciudadanos inocentes e indefensos, exige puntualizaciones que vayan más allá de los rasurados comunicados conjuntos. Lo que allí se ha tratado (guerra
contra el narco e Iniciativa Mérida) debe ser conocido, en lo general, en las grandes líneas de acuerdos o desacuerdos, por los mexicanos, pues no son discreciones grupales las que allí se ponen en juego, sino el interés de una nación amenazada por el intervencionismo gringo y por un belicismo interno sin sentido ni salida.
A esa realidad oscuramente floreciente ha de enfrentarse una vez más el licenciado Calderón, en su prometido retorno a Ciudad Juárez para verificar
los avances de las propuestas hechas la semana anterior en aquel mártir lugar. Es de esperarse que Felipe no demuestre sus presuntos ánimos de justicia juvenil en el caso de los muertos ordenando o permitiendo represión a quienes por esa masacre protestan y que muchos de ellos también son jóvenes. Es de esperarse que Felipe no pretenda reinstalar el chou de demagogia asistencialista con tintes electoreros y que las madres ofendidas no sientan la obligación de rechazar la presencia del visitante fugaz. Por lo pronto, en ese duelo de montajes que el calderonismo libra con el priísmo chihuahuense, el gobernador José Reyes Baeza continuó con el espectáculo oportunista del traslado
de poderes a Ciudad Juárez, así sea virtual, no oficial, pues el panismo en el Congreso local cerró el paso a la idea tricolor de instalar formalmente un cuartel electoral de tres colores en la urbe fronteriza.
Y, mientras la Federación Nacional de Gobiernos Estatales Neocristeros se lanza contra las resoluciones del DF en materia de matrimonios y adopciones, ¡hasta mañana, en esta columna campirana!
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