Última función de la obra teatral que se presentará este jueves en La Capilla, en Coyoacán
Aludo a las utopías de AL, dice su autora
Miércoles 17 de febrero de 2010, p. 8
Discernir la endeble línea que media entre la pesadilla y la locura resulta tarea compleja en la puesta en escena Cabeza de caballo, la cual desarrolla breve temporada en el teatro La Capilla, en Coyoacán.
Escrita y dirigida por la joven dramaturga Diana Rossete, en la obra se aborda la asfixiante confrontación interior que atraviesa un hombre momentos antes de morir, luego de ver frustrado su deseo de convertirse en héroe de su patria y de haber dado muerte a la mujer que más amaba.
Con la actuación de Miguel del Castillo, en un trabajo unipersonal, dicho personaje se sumerge en un ámbito mental en el que los recuerdos y el delirio se funden y confunden para suscitar en él una especie de esquizofrenia.
Se trata de un estado que, de forma metafórica, lo lleva a desdoblarse en tres seres: el caballo, el niño y el hombre. El hombre representa el cuerpo físico; el caballo, la mente, lo que lo impulsa; y el niño, las emociones
, explicó Diana Rossete en entrevista.
La propuesta del montaje –cuya producción corre a cargo de la Compañía El Gran Teatro del Mundo y el Museo Universitario del Chopo– consiste en dar cuenta del conflicto que surge en la mente de ese luchador social, más que de la angustia que representa la cercanía de la muerte, aclaró la creadora escénica.
“Lo que vemos en la obra es esa locura que vive el hombre. No es una historia lineal, sino que en la pieza se cuentan ciertos episodios marcados por los recuerdos, los cuales no son completos, no son marcados; son ideas que el personaje va digiriendo poco a poco.
Al inicio, el caballo ha matado al niño para hacer referencia a que la mente ha aniquilado a las emociones, y sólo quedan el caballo y el hombre, y lo que veremos en escena es el conflicto entre mente y cuerpo, cómo cada uno va lidiando con el otro.
De acuerdo con la autora, la trama de esta pieza teatral, la cual dura poco más de 40 minutos, es una metáfora del desgaste y la fractura que envuelven a la sociedad moderna.
En particular, es una alusión a la realidad latinoamericana, en la que las luchas siguen día con día. De repente se estancan y, cuando nos damos cuenta, las hemos perdido
.
Al respecto, prosiguió Rossete, sí es un poco la historia de las utopías latinoamericanas. En este hombre se representan esas luchas que de pronto nunca logran algo. Es ese análisis y reflexión sobre qué nos hace falta para que funcionemos como una sociedad perfecta
.
A decir de la autora, ese sesgo político de la obra puede apreciarse sobre todo en la dramaturgia, debido a que en el montaje las referencias no son tan directas ni tan palpables: No es una obra de protesta, ni política. Es más como la historia de un héroe griego, aunque, en lugar de triunfar, fracasa
.
La temporada de Cabeza de caballo termina este jueves. La función es a las 20 horas en el teatro La Capilla (Madrid 13, colonia Del Carmen, Coyoacán).