Pobre amor heterosexual aborda el porqué del desgaste inexplicable entre hombres y mujeres
Con este título, la autora se estrena en el género y la Editorial Lenguaraz abre la colección Narra
que estamos sujetos a una forma continua e inexplicable de desgasteFoto Carlos Cisneros
Domingo 7 de febrero de 2010, p. 4
Por qué son tan conflictivas y a veces hasta tortuosas las relaciones de pareja es uno de los asuntos cotidianos que más inquietan a Karla Paniagua, quien recurrió a la minificción para reflexionar, ironizar e inclusive divertirse un poco en torno de esa situación
Fue así como surgió Pobre amor heterosexual, libro que no sólo marca el debut de la joven escritora en la literatura de ficción, pues en su haber cuenta ya con uno dentro del área educativa, sino que representa asimismo el volumen con el que Editorial Lenguaraz inaugura su colección Narra.
Este es un libro cuyo título y parte de su contenido tienen que ver con mi conciencia de lo difícil que son las relaciones entre hombres y mujeres; no sé si algo similar ocurra entre personas del mismo sexo. Las reglas del cortejo son muy complicadas y terminan desgastándonos terriblemente
, explica la también docente.
“Eso me hace pensar: ¡pobres de nosotros, qué jodido!, porque ser directos y francos con el otro, de forma honesta y completa, es casi imposible; en toda persona y en toda relación hay reglas no escritas, tácitas, que dificultan las relaciones de pareja.
Por eso digo: pobre amor heterosexual, no porque crea que las relaciones homosexuales, pansexuales o bisexuales sean mejores; me pronuncio en el ánimo de no ser heteronormativa, porque el amor heterosexual no es la única clase de amor que existe, pero sí la única que conozco; y, desde mi punto de vista, en él estamos sujetos a una forma continua e inexplicable de desgaste.
Sobre el contenido de este primer volumen, Karla Paniagua comenta en entrevista que está integrado por una colección de relatos escritos en el transcurso de cuatro años, colección que se encuentra distribuida en seis unidades temáticas.
Entre ellas está una dedicada a personajes de la cultura pop; otra a los excesos o pesadillas de la cultura contemporánea
; una más a reflexionar sobre la amistad entre personas del mismo sexo, y las restantes abordan diversos tópicos de la vida cotidiana vistos desde la mirada femenina”.
El acercamiento de la autora a la creación literaria ocurrió desde muy pequeña. A los 11 años publicó su primer cuento, en el ya desaparecido suplemento de este diario La Jornada Niños. A partir de entonces, otras obras suya han aparecido en otros suplementos y publicaciones, entre ellas la revista Lenguaraz: Literatura para no leer, iniciativa de la que se desprendió la editorial homónima.
He escrito incansablemente, siempre de forma lírica; no estudié para ello, estudié comunicación, que me sirvió mucho. Llevo toda mi vida escribiendo bajo pedido, vivo de eso. He sido redactora a lo largo de los años; sé escribir cartas, memoranda, proyectos, ensayos; en realidad practico la escritura formal desde hace mucho tiempo
, comenta.
Siempre me ha gustado inventar historias y también leer. No voy a decir nada nuevo, pero creo que sí necesario: hay una relación muy íntima entre el proceso de leer y el proceso creativo. Entonces, como lectora, en el transcurso de los años, alimenté mi imaginación para poder escribir. Simplemente escribo porque no tengo de otra; es una acción más poderosa que yo; es la forma de expresión en la que me siento más cómoda.
Casi como chistes
Si bien su incursión en el ámbito de la creación literaria se dio en el terreno del cuento, en el sentido clásico del género, Karla Paniagua se ha inclinado por la minificción por considerarla una vertiente más acorde con sus intereses estéticos y a su personalidad irónica.
Las minificciones son textos mucho más depurados en los que se dice menos que en el cuento. Son relatos más abiertos en los que se dejan muchos cabos sueltos. Una de sus principales características es que se valen de la ironía para hacer entender su contenido. Su estructura es muy semejante a la del chiste. Este es un género en el que se borra más que escribir; se trata de decir lo más con lo menos.