El accidente, en medio de una tormenta; descartan sabotaje
Martes 26 de enero de 2010, p. 28
Beirut, 22 de enero. Todo el fin de semana hubo tormenta en Beirut, que trajo las primeras nieves a las montañas circundantes mientras relámpagos y truenos azotaban la carretera costera y las pistas del aeropuerto internacional.
Los libaneses se preguntan con frecuencia qué tan seguro es salir en avión del país bajo estas tormentas invernales.
Y en las primeras horas de este lunes sus temores cobraron terrible expresión, cuando el vuelo ET409 de Ethiopian Airlines estalló en el cielo a escasos tres kilómetros de Beirut, menos de cinco minutos después del despegue.
Todo el día, mientras helicópteros del ejército libanés y barcos de guerra europeos bajo el mando de la Unis buscaban cadáveres en altamar, las tremendas olas arrojaban lastimeros restos del desastre –sandalias de bebés, equipaje, frascos de medicinas, asientos y cables de la aeronave– a la playa de Naameh, a la vista del aeropuerto desde donde el Boeing 737-800 acababa de partir.
A bordo iban 90 personas, incluida la tripulación, y para la tarde de ayer no había esperanzas de hallar a ninguno vivo. Muchos vieron la explosión que rasgó los nublados cielos a las 2:30 de la madrugada, una súbita herida de luz en el horizonte, tres kilómetros mar adentro.
En unas horas, el aeropuerto de Beirut se convirtió en la inevitable escena de desolación humana; una mujer aullaba de dolor en la terminal.
¿Debía despegar el avión en condiciones atmosféricas tan adversas? ¿Y la culpa era de la tripulación, o de los operadores de Beirut que dieron al piloto luz verde para despegar?
En un mundo donde cualquier accidente de aviación suscita sospechas de sabotaje –en tiempos anteriores a Al Qaeda se daba por sentado que la causa eran fallas técnicas o error humano, salvo prueba en contrario–, hubo necesidad de decir que no había razón para sospechar de una mano criminal detrás de la tragedia.
Así lo dijo el presidente libanés, Michel Sleiman, la mañana del lunes. Existe una numerosa comunidad de trabajadores expatriados etíopes en Beirut y, pese a las continuas guerras locales, Líbano no ha tenido contacto político con conflictos africanos.
Recuperan cuerpos
De los 34 cuerpos recobrados del mar la noche anterior –dos de niños–, muchos están desmembrados, así que se necesitarán exámenes de ADN para identificarlos. Había dos británicos entre los 83 pasajeros, junto con 54 libaneses y 22 etiopes. En la lista de pasajeros había también canadienses, franceses –entre ellos Marla Pieton, esposa del embajador francés en Líbano–, libaneses, iraquíes, sirios y turcos.
Familiares en el aeropuerto hacían conmovedores relatos: de la madre que suplicó a su hijo que retrasara el viaje por el estado del tiempo, de padres que no entendían por qué se permitió despegar un avión bajo una tormenta en medio de la noche y sobre un mar furioso.
Pero despegar de Beirut con mal tiempo siempre ha sido una experiencia perturbadora. La ubicación del aeropuerto, al sur de la ciudad, significa que los aviones deben salir hacia el mar apenas han dejado el suelo. Si continuaran hacia el sur enfilarían de inmediato hacia la frontera con Israel. La ruta normal de salida obliga a los pilotos a describir una pronunciada curva a estribor, de modo que los pasajeros se encuentran de inmediato con el océano bajo el ala derecha. El mal tiempo –y escribo como veterano pasajero de las aerolíneas libanesas–, la vista de las enormes olas y la espuma bajo el ala de estribor tiene siempre algo de aterrador.
Por lo regular se necesitan más de 10 minutos para elevarse sobre la turbulencia, y el vuelo ET409 estalló cuando todavía estaba en la nube, apenas cinco minutos después de dejar el suelo. Beirut tiene un registro de primera clase en despegues a tiempo; lo que hay que preguntar es si los controladores lo permitieron para disipar cualquier duda acerca del estado del tiempo.
Pero durante más de 12 horas antes del desastre se habían realizado despegues bajo la misma tormenta y con los relámpagos.
Este lunes, el primer ministro Saad Hariri hizo una dolorosa visita al aeropuerto para reunir-se con los consternados familiares, algunos de los cuales no aceptaban que el avión se hubiera perdido.
El anterior accidente en el aeropuerto de Beirut ocurrió hace más de 20 años, cuando un avión polaco de carga se estrelló en las colinas, hacia el sureste. Durante la guerra civil de 1979-90, un avión húngaro Malev fue alcanzado accidentalmente por un proyectil perdido cuando se acercaba a tierra; todos los ocupantes perecieron.
Poco después, un Boeing 707 de la MEA libanesa explotó sobre Arabia Saudita cuando una bomba de tiempo –probablemente colocada a bordo por un grupo palestino para que hiciera explosión al tocar tierra– estalló antes de la hora programada.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya