La presentación en México de la obra más reciente del artista británico Damien Hirst (Bristol, 1965), intitulada Dark Trees (Árboles oscuros), equivalente a su vuelta a la pintura, programada para el 15 de abril en la galería Hilario Galguera (Francisco Pimentel 3, colonia San Rafael), es sólo uno de los compromisos del recinto con el ámbito internacional.

El 14 de octubre se abrirá una exposición del artista conceptual francés Daniel Buren (Boulogne-Billancourt, 1938), cuyo contenido aún está por definirse. Para finales de año se prepara una muestra del artista pop estadunidense Andy Warhol (1928-1987), a la vez que Galguera también explora la posibilidad de exhibir al pintor italiano Francesco Clemente (1952) y al fotógrafo neoyorquino Sante D’Orazio (1956).

Antes de que la obra completa de Hirst venga –o regrese a México, porque algunos de los cuadros fueron pintados aquí: tiene una casa en la costa del Pacífico–, ayer, en la sucursal de la galería en Leipzig, Alemania, se mostró una docena de piezas. Hasta el momento se trata de 32 obras.

El peso de su obra

Conocido por sus animales muertos preservados en formol y más recientemente por una calavera humana incrustada con diamantes, hace dos años Hirst empezó a pintar. Eso no quiere decir que nunca lo haya hecho. El expositor estudió bellas artes en Goldsmiths, perteneciente a la Universidad de Londres. De acuerdo con Galguera todo el cuerpo de obra, ya sean sus esculturas, los tanques, inclusive las mariposas, antes está expresado en dibujos, es decir, conoce esta herramienta, sabe para qué sirve; no es ningún primerizo, no acaba a empezar a pintar.

Sin embargo, en 2009 Hirst decidió suspender la producción de toda su obra previa con la finalidad de meterse en su estudio y ser el único responsable de lo que se ve, acota Galguera. Por un lado, Hirst sentía que ya era demasiado el peso de su producción anterior y que limitaba su desarrollo como artista. Desde luego sabe que el hecho pictórico es importantísimo.

Por otra parte, es un artista joven totalmente atípico. No creo que haya nadie con quien se pueda comparar en el sentido del éxito alcanzado a la edad en la que él lo hizo. De alguna forma se sentó a reflexionar sobre lo que sigue, por dónde más podría tener otros descubrimientos que a realmente lo satisfagan como creador. Esto lo vino a encontrar en la pintura, medio prácticamente infinito en cuanto a lo que se puede plantear con él.

Ayer, en la sucursal de la galería, en Leipzig, Alemania, se presentó una docena de piezas de Dark Trees

Tratándose de Hirst, su vuelta a la pintura pone de nuevo esta disciplina en el foro de discusión.

No Love Lost: New paintings by Damien Hirst (Sin amor perdido: Nuevas pinturas de Damien Hirst) debutó el pasado 14 de octubre en la Colección Wallace, mientras una segunda muestra de obra abrió el 25 de noviembre la galería White Cube. La crítica fue feroz.

Para Galguera, haga lo que haga Hirst las críticas suelen ser malas, sobre todo de la prensa inglesa. De todos modos es el artista vivo que mejor vende: El hecho es que allí está, tiene público, seguidores. El hecho más relevante es que cambió la forma de ver y entender el arte contemporáneo, con obras, actitudes, conceptos e ideas absolutamente revolucionarias. No digo que sea el único, pero lo hizo de manera muy espectacular, muy inteligente, también. Ha mantenido el interés del mundo, inclusive de sus detractores.

A pregunta expresa, Galguera asegura que la relación de Hirst con México sigue igual de estrecha: Cuando Damien llegó a México encontró en su cultura una serie de similitudes con muchas de las preocupaciones que tiene respecto de su forma de ver el mundo. De allí que se estableció una relación muy cercana de afectos, de admiración, de curiosidad, de descubrimiento y también de reafirmación de muchas de sus ideas, que posiblemente en Europa, en el medio donde se desarrolla, pues, están un poco resistentes a aceptarlas de la misma manera que nosotros.

–¿La relación con la muerte?

–Que no es cualquier cosa, sino parte de nuestro proceso natural, tan relevante como el nacimiento y la propia vida. Llegar a México lo hizo sentirse en casa, porque reafirmó que en efecto es posible pensar como nosotros lo hacemos.