Más que autonomía, se requiere mayor participación de la comunidad: Bustamante Díez
La institución buscará mejorar gasto y gestión administrativa
El porrismo, amenaza latente
Miércoles 13 de enero de 2010, p. 32
Con una población estudiantil de 350 mil jóvenes, de los cuales 70 por ciento provienen de familias de escasos recursos, pues sus ingresos son menores a cuatro salarios mínimos, el Instituto Politécnico Nacional (IPN) considera que existe alto riesgo de que 15 por ciento deserten por problemas económicos, ante los efectos de la crisis.
Para revertir esa situación detectará a la población en riesgo, impulsará la entrega de becas y reforzará la calidad de los planes académicos, así como la capacitación de los docentes. Entre otros retos que deberá enfrentar el instituto ante un escenario de debacle financiera, destaca la eficiencia en el gasto y la gestión administrativa, con un presupuesto de 10 mil 200 millones de pesos para este año, frente al riesgo de nuevos recortes presupuestales.
En entrevista, Yoloxóchitl Bustamante Díez, quien el pasado 12 de diciembre se convirtió en la primera mujer en ocupar la dirección general del IPN, afirmó que la autonomía del instituto es un tema complejo
que se puede sustituir con una mayor participación de la comunidad en la elección de candidatos para encabezar esa casa de estudios. Al abordar otros temas, reconoció que el porrismo aún es una amenaza latente
en esa casa de estudios.
–¿Cuáles son los principales retos que enfrentará el IPN en los próximos tres años?
–En el terreno académico se buscará reforzar la calidad, cobertura y equidad, pero también una formación más integral del alumno. Eso incluye tutorías, mayor intercambio académico nacional e internacional con el apoyo de becas y acceso al modelo Polivirtual, que será una herramienta no sólo para aumentar la cobertura mediante programas a distancia, sino también para fortalecer el aprendizaje en el modelo presencial.
La formación continua será otro eje prioritario. Se buscará redefinir las líneas de investigación para que estén más orientadas hacia la solución de los problemas que demanda la sociedad. También se fortalecerán los vínculos con el sector productivo para incrementar los recursos autogenerados, que en 2009 superaron 600 millones de pesos. Hacer más eficiente el servicio social será otro reto, así como impulsar que egresados de bachillerato y licenciatura puedan ser apoyo técnico para la micro, pequeña y mediana empresas.
El papel del instituto ante la falta de empleo
–¿Cuál es el papel que deben asumir las instituciones de educación superior ante la ausencia de oportunidades de empleo para miles de jóvenes?
–En el IPN los alumnos reciben una formación como emprendedores, en la que fomentamos la convicción de que no hay que salir nada más a buscar empleo, sino a crear su trabajo. Incluso, a generar nuevas fuentes laborales. Tenemos ejemplos de proyectos fuertes donde se puede conseguir capital semilla. No puedo decir que van a ser miles, pero es un mecanismo para formar una mente emprendedora y ver el mundo de otra manera, no sólo para buscar empleo. Se trata de convertir la crisis en una oportunidad.
–En el IPN existen voces que demandan mayor autonomía para la institución. ¿Ello será prioridad en su agenda?
–Es un tema complejo. Durante el trienio 2001-2003 –encabezado por Miguel Corrrea Jasso– se consultó a la comunidad. En ese momento el sentimiento mayoritario fue que no queríamos la autonomía. Sería necesaria una nueva valoración, pero muy cuidadosa. A veces con preguntar parece que se está diciendo lo voy a hacer. Eso es muy peligroso, podría generar inconformidad y polarización. Modificar el régimen del IPN implicaría cambiar su ley orgánica, emitida por el Congreso de la Unión. Eso significaría dejar en sus manos cómo quedaría definido el instituto en el futuro. No es sencillo si pensamos en la composición de ese órgano legislativo, donde encuentras desde una persona que no tiene ni idea hasta la que tiene amplia experiencia.
–¿No existe un clima político propicio?
–En este momento no lo veo. En lo personal me siento más cercana a nuestra condición actual, porque prácticamente somos autónomos. Tenemos libertad de cátedra y de organizar planes y programas de estudios. Nuestra diferencia con otras instituciones es que el Ejecutivo federal designa al director general del IPN.
Una posibilidad es que la comunidad haga llegar sus propuestas al titular de la Secretaría de Educación para que las analice con el presidente de la República y tomar una decisión con más opiniones; esto podría sustituir la autonomía.
–¿Qué retos enfrenta ante el porrismo?
–Es un fenómeno que se mantiene tranquilo por el momento, pero en ocasiones se aprovechan ciertas circunstancias, como los actos deportivos, para tratar de revivirlo. Hay grupos de jóvenes, a veces patrocinados por partidos políticos y otras organizaciones en el exterior de las escuelas, que intentan aprovechar cualquier conflicto para contactar a los alumnos y penetrar la escuela. Es un tema de enorme preocupación en esta administración, cuya conclusión coincide con el final del sexenio y el inicio de las campañas presidenciales.
Nos parece fundamental mantenernos ajenos a partidos y grupos políticos, respetando todas las formas de pensar. En la segunda etapa de este trienio tendremos que contar con una estrategia clara sobre cómo contender con posibles penetraciones (porriles), con el fin de evitar que afecten la vida académica de la institución, pues ante un escenario de crisis es un riesgo latente que puede agudizarse.