Que México sea México, pero mejor
egún me dicen, Héctor Aguilar Camín y Jorge G. Castañeda andan empeñados en convencer que México no debe intentar parecerse al México del pasado, ni siquiera al México del presente, sino a Estados Unidos, con el que debe integrarse. Jorge G. ha publicado un artículo que se llama Que México sea como Estados Unidos
, el cual apareció el mismo día de uno de Lorenzo Meyer sobre el mismo tema (Reforma, 31/12/09). ¡Léanlos! Castañeda y Aguilar, de seguro, están posicionándose para dar servicios ideológicos
a algún partido o personaje que ellos ven con posibilidades de triunfar en 2012. Después de leer el trabajo de Jorge G. y saber de sus tareas, no pude menos que recordar un texto:
“Parece indudable que si la situación actual de México ha de juzgarse con cierta severidad, difícilmente puede evitarse la conclusión de que el país pasa por una crisis gravísima. Su magnitud hace suponer que si se le ignora o se le aprecia complacientemente, si no se emprende en seguida el mejor esfuerzo para sacarlo de ella, México empezará por vagar sin rumbo, a la deriva, perdiendo un tiempo que no puede perder una nación tan atrasada en su progreso, para concluir en confiar sus problemas mayores a la inspiración, la limitación y la sumisión a Estados Unidos, no sólo por vecino, rico y poderoso, sino por el éxito que ha tenido y que nosotros no hemos sabido alcanzar. A ese país llamaríamos en demanda de dinero, de adiestramiento técnico, de caminos para la cultura y el arte, de consejo político, y concluiríamos por adoptar íntegra su tabla de valores, tan ajena a nuestra historia, a nuestra conveniencia y nuestro gusto.
A la influencia estadunidense, ya de por sí avasalladora, se unirían la disimulada convicción de algunos, los francos intereses de otros, la indiferencia o el pesimismo de los más, para hacer posible el proceso del sacrificio de la nacionalidad, y, lo que es más grave aún, de la seguridad, el dominio y la dicha que consigue quien ha labrado su propio destino. Muchos de sus problemas se resolverían entonces y México podría hasta llegar a gozar de una prosperidad material desusada; pero ¿estamos seguros de que nuestro pueblo, nosotros mismos, seríamos de verdad más felices?”
¿Quién es el autor de esta oscura profecía? se trata de Daniel Cosío Villegas (La crisis de México, 1948). El párrafo es espléndido, ¿no les parece?, pero en cuanto a alcanzar la prosperidad a cambio de perder la nacionalidad, don Daniel se equivocó. Entre más nos hemos acercado a la integración con Estados Unidos, peor nos ha ido: ahí están las cifras de nuestra pésima gestión económica de los últimos 30 años. Hoy estamos a punto del colapso.