Basada en la biografía que escribió la hija de la actriz, será interpretada por Gwyneth Paltrow
También harán un musical con algunos temas de la protagonista de El ángel azul, famosa por sus personajes de mujer fatal
Aun cuando no tuviera más que la voz, podría romp
Lunes 4 de enero de 2010, p. a10
A 108 años del natalicio de la actriz y cantante alemana Marlene Dietrich, famosa por sus personajes de mujer fatal
en sus películas, será recordada mediante un filme que se basará en la biografía que escribió su hija, Maria Riva.
Gwyneth Paltrow interpretará a Dietrich, una de las mujeres más glamorosas de su época, en este nuevo largometraje que se centrará en el texto Marlene Dietrich por su hija, Maria Riva, publicado en 1992. Se espera que el filme sea estrenado en 2010.
En este mismo año, Michael John LaChiusa, uno de los productores teatrales más destacados de Broadway, realizará un musical con algunas canciones de Dietrich, quien nació el 27 de diciembre de 1901, en Berlín, Alemania.
Dietrich, quien durante toda su carrera artística se esmeró por crear una imagen de inalcanzable, siempre estuvo rodeada de un halo de misterio. Coprotagonizó numerosas películas con actores como Jean Gabin, Charles Boyer, Gary Grant, Tyrone Power, James Stewart y John Wayne.
Influencia del padre
El padre de Maria Magdalene Dietrich, un teniente de policía prusiano, le imbuyó la disciplina militar que tanto le ayudó para cimentar su trabajo de actriz.
Los dorados años 20
fueron el periodo de su incursión en la interpretación del canto en los cabarets berlineses, en los que la descubrió el director Josef von Sternberg, quien inmediatamente la contrató para protagonizar la película El ángel azul.
Von Sternberg, cual moderno Pigmalión, transformó a la rolliza joven en el ser esbelto, misterioso, un poco andrógino y enteramente lumínico que la caracterizó desde entonces.
Tras el éxito de la película Morocco (1930), fue postulada al Óscar a mejor actriz en 1931, convirtiéndose en una de las artistas mejor pagadas y más solicitadas del momento.
Maria Magdalene Dietrich (luego Von Losch, por el segundo marido de su madre), fue la segunda hija del matrimonio formado por el teniente de policía prusiano Louis Erich Otto Dietrich y su esposa, Josefine, una joven de familia pudiente de Berlín.
Lena, como la llamaban de niña, fue educada en la estricta tradición prusiana. Al concluir su formación escolar se dedicó a estudiar violín –para el cual parecía tener gran talento–, pero su carrera se vio frustrada por un problema en la muñeca.
Su mirada se dirigió entonces al arte escénico, el cual aprendió en la escuela de Max Reinhardt, tras lo cual consiguió pequeños papeles en obras de teatro y películas de cine mudo.
La fama la obtuvo en la cinta El ángel azul (1930), de Josef von Sternberg, en la que encarnó al prototipo de mujer fatal en el papel de Lola-Lola, la cabaretera de sombrero de copa y liguero que hace perder la razón a un profesor universitario.
Ese año ingresó a Hollywood junto con Von Sternberg, su maestro y eterno enamorado, con quien rodó siete películas, en las que destacó su imagen seductora de vampiresa ambigua, al portar frac o traje de hombre con vestidos muy femeninos y sensuales.
En su vida privada conservó ese carácter andrógino que en ocasiones escandalizó a la opinión pública, apareció en Hollywood vestida de frac para el estreno de la película El signo de la cruz (1932).
El crítico de cine Kenneth Tynan, solía decir: tiene sexo pero no tiene género
.
Rompió los esquemas de la vamp femenina con su bisexualidad, que vivió plenamente pese a su temprano matrimonio con el asistente de dirección alemán Rudolf Sieber, de quien nunca se divorció y a quien la unió una profunda amistad y su única hija, Maria.
En la larga lista de amantes de la Dietrich figuran personalidades, además de Von Sternberg, la guionista española Mercedes de Acosta, la cantante francesa Edith Piaf, así como James Stewart, John Wayne y Gary Cooper.
Jean Gabin, su gran amor
Su gran amor fue el francés Jean Gabin, con quien vivió un tormentoso romance de cinco años.
En los años 40 las ofertas de actuación mermaron el mercado, y la actriz acudió al canto en la década de 1950, con esa voz grave y sensual, que imprimía en sus filmes, el escritor Ernest Hemingway decía: Aun cuando no tuviera más que la voz, podría romperle a uno el corazón
.
Dietrich viajó incansable con sus conciertos por el mundo hasta entrados los 60 años, ataviada con vestidos fastuosos, que dejaban ver las piernas preciosas que llegaron a ser aseguradas por un millón de dólares.
Para Alemania era el símbolo del glamour; esa nación la amó por ser la única estrella mundial germana, pero también la odió por su traición al naturalizarse estadunidense en 1937 y haber cantado para las tropas de Estados Unidos que combatían a sus compatriotas en Europa y África.
La reconciliación con Alemania llegó con su muerte, en 1992, cuando su hija Maria la enterró en un cementerio de Berlín. Su nombre está grabado en una plaza en el moderno complejo de la plaza de Potsdam.
El Museo de Cine de Berlín expone todo el legado de la actriz, que comprende más de 16 mil fotografías, 3 mil vestidos y trajes, así como 400 sombreros.