El programa Instrumenta emprende intensa actividad para recordar al director
Formó a varias generaciones de amantes de la música y dotó de sede a la orquesta de la UNAM
Lunes 4 de enero de 2010, p. 8
Este lunes se cumplen 15 años de la desaparición física de Eduardo Mata. Con excepción del programa de iniciativa ciudadana Instrumenta y la labor de resistencia cultural que se desarrolla en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la nación mantiene en el olvido a un referente/motor del avance social del país. Eduardo Mata no solamente formó a varias generaciones de amantes del arte de la música, también construyó instituciones, delineó el futuro que el Estado mexicano se empeña en desdeñar.
La mañana del 4 de enero de 1995 despertamos con un sobresalto: una avioneta se desplomó sobre el campo morelense. La piloteaba el director de orquesta, quien falleció así a los 52 años de edad junto con su compañera, Marina Anaya.
La conmoción duró hasta el día siguiente, cuando el Palacio de Bellas Artes se llenó de llanto, música de Mozart y de Bach (las querencias originales a las que había regresado el músico), y una sensación de vacío que perdura.
La orfandad se sigue manifestando de múltiples maneras. Una mirada a nuestro entorno acusa: no hay una sola batuta con el nivel de solvencia, honestidad, entrega absoluta y desinteresada, que siga el ejemplo de Mata. La educación musical en México sigue siendo un páramo, contrario al vergel que sembró el maestro. Y, en general, son contadas las figuras culturales de peso y dimensión que orienten, conduzcan, inspiren, muevan hacia delante la cultura en México.
En su memoria, en contraparte, el programa Instrumenta Oaxaca, fundado y dirigido por uno de los alumnos de Eduardo Mata, el maestro Ignacio Toscano, desarrolla en su memoria intensa actividad en las ciudades de México y Oaxaca, en las áreas de creación, educación, investigación, preservación y divulgación de la música.
Trabajos en la Nezahualcóyotl
Hace cinco días, la Sala Nezahualcóyotl cumplió 33 años de edad. Es uno de los frutos que logró Eduardo Mata, quien dotó así de sede a la orquesta universitaria.
La UNAM anunció recientemente trabajos de mantenimiento en ese recinto, que estará cerrado por tal motivo un buen tiempo. Es de confiar, tratándose de una institución tan prestigiosa como nuestra alma mater, que los arreglos no afectarán, sino beneficiarán la acústica de esa sala, valorada como una de las mejores en el mundo.
Es de todos sabido que no se trata de un edificio: toda sala de conciertos es un instrumento musical, en este caso uno muy delicado, cuya afinación, como todo instrumento de música, data de ya más de tres décadas. El trabajo que se emprende entonces es digno del equivalente a un maestro laudero.
Entre otros testimonios valiosos circula un libro espléndido, escrito por Verónica Flores y publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes en su Colección Periodismo Cultural: Eduardo Mata a varias voces.
Ahí pervive la memoria, con base en una investigación intensiva y los testimonios de personas cercanas al maestro, en primer lugar su familia.
Entre los capítulos de ese libro imprescindible, esplende la discografía completa de Eduardo Mata, títulos que son joyas discográficas todas ellas. En ese capítulo y en el referente al sistema de orquestas infantiles y juveniles de Venezuela, también incluido en el volumen referido, fue fundamental la colaboración entre Eduardo Mata y don Manuel de la Cera, recientemente fallecido.
Hoy, que se cumplen 15 años sin la presencia física del maestro, persiste la desidia, el desdén y los afanes ideológicos de retroceso del gobierno mexicano en manos de un club de amigos en ausencia de personas de cultura, auténticos servidores públicos, amantes del bien común, como fue Eduardo Mata, cuyo legado, ese sí, persiste. Existe.