Política
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Habla Marco Antonio Bernal del proyecto de reforma política

PRI: el decálogo de Calderón, para satisfacer gustos personales

Carece de estructura conceptual; es simple ocurrencia, dice el priísta

 
Periódico La Jornada
Sábado 2 de enero de 2010, p. 10

La propuesta del presidente Felipe Calderón para permitir la relección de legisladores y alcaldes corre el riesgo de convertirse en un mecanismo de control territorial para anquilosar a quienes mejor operen en sus estados y no necesariamente a quien mejor represente los intereses de sus electores, afirmó Marco Antonio Bernal, miembro de la dirigencia nacional del PRI.

Sostuvo que por ello, la llamada reforma política que propone Calderón parece buscar la satisfacción de gustos personales del Ejecutivo federal al estar conformada por simples remiendos que no reflejan un esfuerzo más serio, organizado y amplio para transformar realmente al Estado mexicano.

En entrevista, Bernal sostuvo que es necesario iniciar un esfuerzo político por modernizar no sólo el Poder Legislativo sino todo el sistema presidencialista a partir de propuestas más profundas y acordes con los momentos que vivimos como país y como sistema institucional. No nos podemos dar el lujo de emprender acciones para satisfacer ambiciones personales.

El líder del sector popular y del grupo de legisladores más amplio dentro de la bancada tricolor destacó que el decálogo calderonista es insuficiente y peligroso para las instituciones, como es el caso de las candidaturas independientes, por lo que lo mejor sería una ley general de partido que homologue prácticas internas, fortalezca a los institutos políticas y aliente el surgimiento de otros para consolidar la democracia.

Aunque desde la perspectiva de Calderón su iniciativa tiene el objetivo de modernizar y hacer más eficiente nuestro régimen político, al analizarlas evidencian una carencia de estructura conceptual.

Para el PRI, dijo, la reforma de las instituciones en el país tiene el propósito fundamental de modificar el presidencialismo mexicano no para desaparecerlo, sino para hacerlo funcional y por ende más eficaz. Ante esta necesidad real, el decálogo calderonista resulta un conjunto de simples ocurrencias aisladas, inconexas y desestructuradas; se trata de un paliativo para colorear a un gobierno palidecido por sus propias incompetencias que parten como siempre de un erróneo proceso de juicio.

En consonancia con los diputados federales del tricolor, Marco Antonio Bernal calificó como positivo que Calderón abra la discusión sobre la reforma del Estado a partir de estas iniciativas, aunque lo haya hecho a partir de un diagnóstico superficial y como consecuencia de su frustración por la ineficacia de su administración.

Añadió que debe entrarse de lleno a debatir no sólo la reforma del Poder Legislativo, como propone Calderón, sino discutir a profundidad sobre los poderes Ejecutivo y Judicial y adelantó que su partido buscará abrir la discusión para tener un abanico de opciones reales.

En cuanto al Legislativo, Bernal consideró que el problema reside en la falta de garantías para su funcionalidad y atribuciones legales, que se reflejan en la existencia de figuras decorativas como las comisiones legislativas, que carecen de efecto vinculatorio o una Auditoría Superior de la Federación que no se cansa de hacer notar diversas irregularidades, pero que no trascienden.