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Enfrentan hambre, frío, represión y extorsión, en espera de una nueva oportunidad para cruzar

San Luis Río Colorado, paso ineludible para muchos aspirantes a indocumentados en EU

Varios hallan cobijo en el estadio y la Casa del Migrante; otros quedan atrapados en la frontera

Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 2 de enero de 2010, p. 22

San Luis Río Colorado, Son., 1º de enero.Con apenas una mochila a la espalda, a veces sólo con la ropa que traen puesta, muchos duermen en el quiosco, otros bajo las bancas o en contenedores de basura del jardín, y buena parte de ellos en el estadio de la ciudad.

Son los paisanos que intentaron cruzar a Estados Unidos y, a la espera de una nueva oportunidad, soportan el hambre y la onda gélida que en los 10 últimos días del año ha golpeado severamente esta frontera. Con mayor frecuencia los paisanos se introducen en casas o negocios abandonados, muchos por la crisis económica.

En menor proporción encuentran cobijo en la Casa del Migrante que la diócesis de Mexicali construyó en esta ciudad para atender a este sector vulnerable, su capacidad es de apenas 50 personas, a las cuales se les da alimentos y techo durante tres días máximo, señala el sacerdote Roberto Alvarado.

Solicitar ayuda o limosnas es una constante en esta ciudad. Uno de los principales puntos de encuentro de los paisanos en la plazuela frente a la iglesia principal. Los migrantes, dice Alvarado, han quedado atrapados en una frontera que se encuentra sellada y por ende se les da duplicado el servicio de llamadas telefónicas con su familiares, además de la entrega de alimentos.

La Casa del Migrante o Divina Providencia, informa, no tiene ayuda del gobierno federal, sino de un patronato, y reconoce que son insuficientes los tres días a los que tienen derecho los aspirantes a migrantes.

Cuando terminan los tres días y no pueden cruzar a Estados Unidos muchos deambulan, se van al parque o al estadio, mientras esa travesía es sumamente difícil para los paisanos, los cuales no escapan de la represión y extorsión policiaca.

Al no poder cruzar, muchos paisanos no quieren regresar a su lugar de origen por carecer de expectativas y optan por quedarse en la frontera a trabajar.

“Muchos hacen hasta lo imposible por cruzar y otros juntan dinero para pagar hasta 3 mil dólares a un pollero”. Entonces, detalla, “muchos quedan atrapados porque no pueden ni pasarse (a Estados Unidos) ni regresarse, también otros dicen: ‘yo si me voy, aunque coma frijoles’”.

Muchos migrantes que cuentan con algún dinero que les dieron sus familiares o porque empeñaron parte de sus bienes visitan una capilla de la virgen de Guadalupe que se encuentra fuera de la iglesia, frente al parque, para pedir que les vaya bien en su cruce.

La misa es también muy concurrida: Solo piden que las vaya bien en el camino, señala José Juan Alcantar, empleado de esta iglesia, que a diario convive con migrantes que intentan cruzar o los que son repatriados y van a pedir ayuda de alimentos o carta emitida por la iglesia con las cual les descuentan 50 por ciento del pasaje.

Por lo pronto este ano nuevo, muchos paisanos deambularán por la ciudad y dormirán en la calle, en el parque o en el estadio.