El escenario, el Museo de las Intervenciones
Lunes 21 de diciembre de 2009, p. a11
Con un recorrido por los jardines del Museo Nacional de las Intervenciones y cantos gregorianos de fondo, este fin de semana se presentó la Pastorela barroca, con la dirección de Tito Dreinhuffer.
El recinto, ubicado en el ex Convento de Churubusco, fue una vez más escenario de esta tradicional pastorela, que se lleva a cabo desde hace 14 años (se presentará hasta el 23 de diciembre a las 20 horas); en esta ocasión convocó a gran número de espectadores, quienes ovacionaron el montaje.
Un total de 23 actores, acompañados por el Quinteto de la Ciudad de México, con la dirección de Dreinhuffer, ofrecieron esta tradicional obra, que, adelantaron los organizadores, en su edición del año próximo deparará grandes sorpresas.
El titular del proyecto resaltó que en estos 14 años no se han hecho modificaciones a la puesta, pues la intención es que sea una pastorela tradicional y seguirá en ese camino, sin cambios
.
Luego de realizar una caminata por los jardines de la entrada del Museo Nacional de las Intervenciones, acompañada por cantos gregorianos, se pasó al huerto del recinto, para iniciar la Pastorela barroca.
Esta escenificación contó con la metafórica participación de la poeta mexicana Sor Juana Inés de la Cruz (Lucía Guilmain), quien recitó algunas de sus obras.
Un grupo de artesanos, con sus respectivas parejas, comenzaron su peregrinar para llegar al destino que se les encomendó: el nacimiento del Niño Jesús.
Pero en el camino tuvieron que enfrentar al diablo, quien con sus mañas trató de evitar a toda costa que cumplieran su propósito.
Entre mentiras que el diablo les decía entre sueños, los artesanos en ocasiones equivocaron el camino, pero afortunadamente los ángeles les ayudaron a corregir el rumbo.
Entre diálogos chuscos, que hicieron reír al público, los pastores continuaron su andar, momento en el que también se escuchó la música del Quinteto de la Ciudad de México, intervención que enriqueció aún más el espectáculo.
Finalmente, los pastores llegaron a su destino y lograron vencer al mal. El diablo tuvo que desaparecer ante el festejo del grupo que logró ver al Niño Jesús.