Preocupación en Italia por el clima de odio parecido al que reinaba en los años 70
Jueves 17 de diciembre de 2009, p. 21
Roma, 16 de diciembre. La policía italiana arrestó hoy a un hombre de 26 años que intentó entrar en la habitación del hospital San Rafael de Milán, donde el primer ministro Silvio Berlusconi se recupera de un ataque que el domingo lo dejó con nariz fracturada y dientes rotos.
El incidente avivará previsiblemente aún más el debate sobre la seguridad de Berlusconi, incluso a pesar de que el ministro del Interior, Roberto Maroni, eximió a la policía y a los guardaespaldas del líder político de cualquier responsabilidad por el ataque.
La policía de Milán informó que el hombre, que parecía tener problemas sicológicos y es oriundo de la ciudad norteña de Turín, dijo que quería hablar con el líder conservador de 73 años.
La policía reportó que el hombre arrestado entró en el hospital a las dos de la madrugada (01:00 GMT) por el estacionamiento subterráneo y simplemente subió en el ascensor hasta la séptima planta, donde está Berlusconi.
Fue detenido de inmediato y registrado, pero no llevaba armas. En su coche encontraron palos de hockey, agregó la policía.
Berlusconi fue atacado en la cara después de un mitin el fin de semana, cuando un hombre de 42 años con una historia de enfermedad mental le lanzó una réplica en miniatura de la catedral de Milán.
Massimo Tartaglia, quien fue detenido, lanzó la estatuilla a la cara de Berlusconi desde una corta distancia mientras el primer ministro estrechaba manos y firmaba autógrafos tras un mitin en la Plaza del Domo de Milán.
Un juez respaldó este miércoles el arresto de Tartaglia.
Los médicos indicaron que Berlusconi será dado de alta el jueves, un día más tarde de lo previsto, ya que aún sufre dolores y tiene problemas para comer con normalidad. El premier tendrá que restringir sus actividades públicas durante dos semanas, agregaron.
Alberto Zangrillo, médico del también magnate de las comunicaciones y jefe de anestesia y reanimación del hospital San Rafael, dijo que Berlusconi es alimentado cuando es necesario
con una sonda, aunque insistió en que será dado de alta este jueves.
Los médicos aseguraron que su permanencia un día más en el hospital se debe sobre todo a un viejo mal, como los dolores de cuellos y una fuerte jaqueca, que se agudizaron después del ataque.
Berlusconi, conocido por su vanidad, no será sometido a cirugía plástica y ya tomó conciencia de la gravedad del trauma
por lo que aceptó continuar en el nosocomio hasta el jueves, añadió.
Mientras, Italia está conmocionada desde el ataque. Algunos políticos denuncian el clima de odio y advierten del riesgo de volver al tipo de violencia política que tiñó el país de sangre en los años 70.
En un signo del incremento de las tensiones, una bomba con dos kilos de dinamita explotada a medias fue encontrada durante la noche en la Universidad Bocconi de Milán, dijeron fuentes judiciales.
Un grupo anarquista poco conocido se atribuyó la responsabilidad por el ataque, que sólo causó daños menores.
Maroni dijo que el ataque no debería subestimarse y que tales incidentes estaban vinculados con un clima de exasperación y conflicto
en Italia.
Los aliados de Berlusconi han acusado a la oposición izquierdista de librar una violenta campaña contra el primer ministro, que ha estado bajo presión por una serie de escándalos sexuales y se enfrenta a la reapertura de juicios por corrupción y fraude fiscal.
El gobierno italiano ha prometido abordar nuevas medidas como bloquear webs que fomenten el odio en Internet y reforzar la seguridad en las concentraciones públicas tras la agresión.
Facebook, donde han surgido grupos que elogian al agresor de Berlusconi, afirmó este miércoles que retirará cualquier contenido amenazante
de sus páginas en cuanto se le solicite.
En todo caso, un sondeo de opinión publicado este miércoles por el diario La Stampa encontró que 47 por ciento de los italianos considera el ataque un acto aislado, en tanto que 45 por ciento piensa que es producto de la degradación del clima político, las divisiones y el odio entre simpatizantes y opositores del multimillonario jefe de gobierno.