Presentó su más reciente obra El día de oprichnik, visión satírica y futurista de su país
Rusia vive una especie de totalitarismo nuevo, afirmó Vladimir Sorokin
Como novelista me alegra la televisión controlada, porque los jóvenes leen más, aceptó
disidente profesional. Soy un artistaFoto Arturo Campos Cedillo
Domingo 6 de diciembre de 2009, p. 3
Guadalajara, Jal., 5 de diciembre. En este momento, Rusia vive una especie de totalitarismo nuevo en el que todo es posible, afirma el escritor ruso Vladimir Sorokin, considerado una de las voces disidentes del gobierno del presidente Dimitri Medvédev y su primer ministro, el ex presidente Vladimir Putin.
La novela El día del oprichnik acaba de ser traducida al castellano y publicada por Alfaguara; en ella, Sorokin (Bykovo, 1955) recurre a la sátira para mostrar a la Rusia del año 2028 sometida a un régimen similar al que Iván El Terrible implantó en el territorio en el siglo XVI al establecer un poder absoluto basado en una especie de estado de emergencia
. Rusia, para esos años, está aislada del mundo por una muralla.
El aislamiento todavía no ha llegado con toda su fuerza. Pueden ver que yo pude llegar a Guadalajara, pero cuando el aislamiento llegue será difícil saberlo. Lo que pasa con la democracia rusa ustedes ya lo saben por los periódicos, pero no se le puede llamar régimen democrático. Es una especie de totalitarismo nuevo
, dijo en conferencia de prensa un día antes de su participación en el ciclo Páginas del mundo.
Cuestionado por la prensa sobre su relación con el poder ruso, su crítica y las molestias que causa en el gobierno, Sorokin dijo a los periodistas: “No es muy divertido comenzar mi plática con esta pregunta. Soy un simple escritor; si mis libros se leen por unos individuos nerviosos, resulta que no es por mi voluntad. Por eso no quiero presentarme en el papel de disidente profesional. Para decir la verdad soy un pintor, soy un artista. El día del oprichnik es el primero de mis libros traducido al español; es satírico, pero es una novela más que nada. Se me hace muy aburrido hablar de la política de Putin; sólo puedo decir que este libro sobre la Rusia de 2028 son mis fantasías sobre ese tema”.
La novela se originó a partir del debate que existe en Rusia de que después del colapso de la Unión Soviética –a la que considero una Revolución
– llegó el periodo de reacciones. Es decir, en Rusia el poder fue ocupado por la gente reaccionaria, en su mayoría gente que trabajó en la KGB; ahora son funcionarios directores de los bancos, políticos, etcétera; ustedes ya lo saben. Por eso en el país hay muchos rumores, conversaciones sobre que Rusia puede sobrevivir sola, que no necesita contacto ni con el este ni con el oeste, que puede limitar su existencia porque tiene todos los recursos para sobrevivir: gas, petróleo, bosques, pero tiene la dificultad de la democracia.
En la opinión de la mayoría de los políticos y funcionarios reaccionarios la democracia a la manera de occidente es muy perjudicial, dañina para Rusia, por eso en este libro hice un tipo de experimento. Decidí echar un vistazo a qué pasaría si esta gran muralla existiera, en qué va a convertirse Rusia, qué va a pasar con la gente y con su mentalidad; así salió este libro. Mucha gente considera este libro divertido, otros piensan que es bastante terrible, horroroso, pero eso fue mi intento de la antiutopía literaria
.
Autor de novelas, guiones de cine y piezas teatrales, Sorokin considera que en Rusia “todavía no existe censura para la literatura. Subrayo la palabra todavía porque Rusia es un país que se desarrolla como en una espiral, y a veces esa espiral se vuelve un círculo: mucha gente sabia dice que lo que está pasando en la política rusa actual recuerda los principios de Stalin. En aquel entonces no existía censura, una censura dura para la literatura, pero después ésta se volvió muy dura. Los escritores rusos todavía pueden escribir quieran, y los editores todavía pueden editar lo deseen, pero es ‘todavía’”.
Rusia, añadió, “es un país impredecible; ahí pueden pasar nuevas revoluciones, o la situación puede ponerse más dura, y vuelve a pasar en nuevo invierno político; nadie lo sabe, ni siquiera Putin.
“Como escritor ruso me alegra que se repita algo: ahora la televisión está controlada, lo que recuerda mucho a la televisión de los tiempos tardíos de la Unión Soviética, en la que muchos jóvenes dejaron de verla y comenzaron a leer más. Si van a Moscú van a ver que la gente entra a las librerías y compra las obras de la literatura contemporánea rusa. Se lee más que hace 10 años.
Inventé una metáfora: llegó el invierno político en Rusia y la gente empezó a comprar los libros como leña para calentarse durante este invierno. De nosotros, de los escritores, depende que estas leños sean de alta calidad, para que den mucho calor a la gente.