Estigma laboral contra electricistas; rabia y frustración ante el mal cálculo de finiquitos
Sábado 14 de noviembre de 2009, p. 11
El machacón recordatorio por radio no dio resultado. Ayer viernes, y si acaso sólo en la primera hora –mientras esperaban la apertura de la oficina– algunos electricistas hicieron fila.
El resto de la jornada, en los 20 centros abiertos por el Sistema de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) el último día
para obtener el bono ofrecido por el gobierno a los trabajadores de la extinta Luz y Fuerza del Centro (LFC) no tuvo eco.
Desde un principio la Secretaría del Trabajo anunció como plazo para dar dinero extra a quienes acudieran a cobrar su finiquito, el 14 de noviembre. Y ayer, viernes 13, la dependencia anunció la ampliación del término ¡al sábado 14! para quienes hubieran recibido una ficha la víspera.
Quién sabe si éstas hayan hecho falta, porque, por ejemplo, que en la sucursal Aragón, entre las 8:30 y las 9:30 de la mañana, se presentaron a lo sumo cuatro personas. En San Antonio Tomatlán en la colonia Penitenciaría la oficina original para el trámite permaneció cerrada y enviaban a la gente a un local cercano. En ese sitio, para las 11 de la mañana apenas habían acudido una veintena de electricistas.
Y en la sucursal Doctores, siempre bulliciosa no tanto por la presencia de trabajadores de LFC, sino porque al ser la más céntrica, concentraba mucha prensa, a numerosos enviados de instituciones bancarias, y a abogados y curiosos que se desocupaban o se dirigían a la Junta Local de Conciliación y Arbitraje –a una cuadra de ahí– el panorama era el mismo: a las 10:30 de la mañana habían llegado a lo sumo cinco trabajadores.
De este modo, contra lo que asegura la estadística oficial, quienes llevan todos estos días afuera de los centros liquidadores, ayer no salían de su asombro: no vino casi nadie
, aseguraba la señora que lleva años con su puesto de periódicos afuera de la sucursal Tlalpan. Su estratégica
posición le ha permitido percatarse de muchas historias individuales a lo largo de este mes, y hasta aprendió a distinguir, sólo por el semblante, cómo les fue en su gestión.
Muchos salen enojadísimos, demudados. No pueden creer que les estén dando tan poco. Hoy salió un muchacho que vino acompañado por su mamá. ¡Estaba furioso! No se liquidó; se veía que estaba a punto de llorar y que sólo se aguantó por pena...y así salieron muchos
.
A esa hora, casi las cuatro de la tarde, Lucy S, de 26 años, se aprestaba a vivir, ahí mismo, una experiencia similar. Con siete años de antigüedad, puesto de capturista y madre de dos niñas, lo pensó mucho para acudir por su cheque. Acompañada de su esposo, su mamá y un hermano, y todavía no muy convencida, vino desde Azcapotzalco a la oficina que le correspondía según la inicial de su apellido paterno.
Casi dos horas después, indignada, iracunda, salía a la calle con la manos vacías. El cálculo de su finiquito era menor al que le habían dicho por teléfono y ante su protesta, empezaron a darme largas, a tratar de convencerme de que ya no hay marcha atrás en la desaparición de la empresa y que mejor tomara lo que me daban. Un licenciado se llevó mi credencial y desapareció largo rato. Cuando reclamaba me decían que ahorita, pero seguía tardándose. Mientras, insistían: liquídate
.
Era un nuevo revés para una mujer que el mes pasado se quedó sin empleo, no le aceptan ninguna solicitud porque trabajaba en LFC y, para colmo, su liquidación no es, según ella, la que le corresponde.
A Lucy ya la rechazaron en Farmacias del Ahorro y ayer se obtuvieron nuevos testimonios de estigma laboral contra los electricistas en la compañía automotriz Ford y en los gimnasios Sport City.