Nueva York, 1º de noviembre. ¿Habrá acuerdo en la conferencia de Copenhague, Dinamarca, de diciembre próximo para combatir el cambio climático? Janos Pasztor, quien desde la Secretaría General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) lidera el grupo que lucha contra ese fenómeno, se dice optimista, pero advierte: “habrá que trabajar duro para ello.

Es posible un convenio, pero no vendrá en bandeja de plata, afirma.

Aún queda tiempo para las negociaciones, añade. Confía en que la reunión de esta semana en Barcelona, España, permitirá acordar algunos puntos y se seguirán alcanzando más acuerdos tras ese encuentro. Las negociaciones van lentas, pero avanzan, enfatiza.

Pasztor comparte el optimismo que mostró la semana pasada el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, en una conferencia de prensa.

Pero no todos piensan lo mismo en Naciones Unidas. Recientemente Yvo de Boer, secretario ejecutivo de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático y anfitrión del crucial encuentro en Copenhague, dijo que no veía posible llegar a un acuerdo que remplace el Protocolo de Kyoto, el cual no firmó Estados Unidos en su momento.

Precisamente lo que decida Washington será clave en el éxito de la reunión en Dinamarca. Es difícil decir hasta dónde se llegará en Copenhague mientras la legislación sobre cambio climático aún esté debatiéndose en el Senado de Estados Unidos, aseveró Pasztor esta semana.

–Entonces, ¿todo depende de Estados Unidos?

–No lo diría de esa manera. Ese país tiene un importante papel en el cambio climático, pero también tenemos a China, que es el principal emisor de gases de efecto invernadero.

De todas formas, continúa, Estados Unidos es el que tiene mayor potencial de desarrollo tecnológico y capacidad financiera.

Pasztor recuerda la multiplicidad de intereses ante los retos del cambio climático, lo cual hace muy difícil llegar a un pacto global. Hablando de la legislación estadunidense, comenta que el presidente Barack Obama “no está en posición de aprobar normas que no tengan el apoyo de ambas cámaras.

“Hace unos días el Senado empezó a debatir el tema. Por ejemplo, el representante de Montana expresó que no podían asumir las consecuencias, pero tampoco el costo de la legislación, porque su estado es el principal productor de carbón del país.

Estados Unidos y otras naciones no quieren que se repita lo que pasó con el Protocolo de Kyoto, comenta Pasztor.

Los negociadores de ese país consiguieron un buen paquete de medidas, pero el entonces presidente Bill Clinton dijo que no lo podía llevar adelante porque el Senado no lo iba a aprobar. Así, ni siquiera lo intentó.

Alcanzar un acuerdo nacional y luego uno global es el gran reto que se enfrenta en Copenhague. Hablamos de 192 países, expresa Pastzor, y abunda: lo más difícil es no sólo acordar reducciones de emisiones, lo cual cuesta mucho dinero, sino los impactos que tendrán las políticas.

Para el funcionario, las naciones emergentes, como China, India, Brasil y Corea, son claves para que se logren buenos convenios. Lo que hagan es muy importante, subraya. Da igual lo que hagan las potencias si los países en vías en desarrollo no actúan.

Brasil, apunta, destaca por el problema de la deforestación en el Amazonas. El presidente Luiz Inacio Lula da Silva, cuando estuvo en la ONU en septiembre, prometió que trabajaría en ello.

De China, por ejemplo, resalta la política para reducir emisiones, pero recuerda que las naciones emergentes necesitan ayuda del mundo industrializado para transferencia de tecnología y fondos para llevar a cabo sus políticas verdes.

El tema es cómo, qué tan rápido y quién pagará por ello. Hace falta un plan de acción rápido para el año que viene.