Opinión
Ver día anteriorJueves 22 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Estrategias buenas, regulares y malas
T

odos los países desarrollados y muchos de los llamados emergentes están convencidos de que los que han logrado un crecimiento sostenido en el desarrollo económico han sido aquellos que han invertido en capital humano, es decir, en educación. Por tanto, han apoyado en forma creciente a las universidades y centros de investigación, al tiempo que han restructurado sus empresas para hacerlas más eficientes y competitivas en función de las innovaciones y necesidades tecnológicas.

Estados Unidos, motor de la economía mundial y uno de los más importantes en la formación de profesionistas altamente calificados, ante la creciente demanda ha tenido que echar mano de otros recursos, pues requiere más de los que forma, y un obstáculo para ampliar esa masa de investigadores y científicos se debe, en parte, a que la educación universitaria no es gratuita, lo que explica que un porcentaje de científicos y personal de alta calificación sea extranjero. Habría que añadir que al ser el principal receptor de inversión extranjera directa, estos movimientos de capital ejercieron una presión adicional sobre los requerimientos de trabajadores.

No es extraño, entonces, que todas las visas que otorga Estados Unidos para cubrir sus necesidades de personal se hayan incrementado en forma importante entre 1996 y 2008. Por ejemplo, las H1B, que se conceden a aquellos que poseen alta calificación, crecieron cerca de 184 por ciento y en su mayoría fueron asignadas a la región asiática y europea, seguida de la africana, y en menor cantidad a México y otros países de América Latina. Las visas H2B no agrícolas, destinadas a personas con bajos niveles de calificación crecieron 664 por ciento y la mayoría fueron otorgadas a México, Centroamérica y el Caribe. Las empresas extranjeras también han podido incorporar su propio personal con las visas L1, las cuales aumentaron 173 por ciento en el mismo periodo.

Lo interesante es que se trata de migrantes legales, pero son visas temporales que van de tres a seis años, y sólo si el empleador lo solicita podrían obtener residencia permanente, sobre todo en el caso de las H1B. En este escenario de legalidad quien sufre el peso de la crisis y el de-sempleo es la fuerza de trabajo extranjera, pues los contratos tienen duración muy conveniente para el empleador. Además, como se sabe, las visas han sido insuficientes, lo que ha producido el fenómeno del migrante indocumentado, uno de los más significativos en años recientes no tanto por su novedad, sino por su intensidad y extensión, con claras ventajas para los empleadores.

Otros países han entrado en los nuevos caminos de la economía del conocimiento con estrategias distintas, pero poniendo en el centro la educación. Destacaría países emergentes como China e India, así como Brasil y Filipinas, que se encuentran en la carrera por la formación de ingenieros, científicos, investigadores, técnicos en computación, científicos de la salud, etcétera. China ha estado creciendo en cerca de 6 por ciento, a pesar de la crisis económica, y se ha convertido en el segundo país más importante receptor de inversión extranjera directa. Esta captación de inversiones demuestra que ya no es suficiente ofrecer solamente mano de obra barata, pues lo que interesa a estas nuevas cadenas de valor que se forman en el capitalismo informático es la mano de obra altamente calificada.

Y México, también considerado país emergente, se está quedando muy atrás, ya que el gobierno federal está muy lejos de estar convencido de la bondad de educar a su población y de hacer mayores esfuerzos para apoyar a las universidades. Las condiciones para trabajadores calificados, que po-seen una calificación media y superior, son muy lamentables. Por un lado, tienen los niveles más altos de desempleo: cerca de 32 por ciento, y su salario se ha deteriorado, pues las personas que recibían más de cinco salarios mínimos se han reducido al pasar de 3.16 millones en el segundo trimestre de 2008 a 3.05 millones en el segundo trimestre de 2009. Pero se incrementaron los que ganaban de tres a cinco salarios mínimos al pasar de 2.82 millones a 3.06 millones en el mismo periodo. El porcentaje de personas subocupadas –aquellas que necesitaron trabajar más tiempo– se incrementó en 11.1 por ciento.

La pobreza alimentaria ha alcanzado los 20 millones de personas y el déficit de puestos de trabajo en lo que va del sexenio alcanza a 4 millones de mexicanos, cifra que aumentará dramáticamente, luego que el gobierno federal decretó atinadamente la extinción de Luz y Fuerza del Centro, despidiendo a 45 mil trabajadores con todo lo que esto supone para un país que sigue sumido en la crisis. Para colmo, la inversión extranjera directa cayó más de 35 por ciento en el primer trimestre de 2009.

Felipe Calderón aplica estrategias contrarias al desarrollo económico y sus acciones nos acercan cada vez más a una crisis social, como señaló el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro.