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Ex soldados narran su experiencia sobre el 2 de octubre
 
Periódico La Jornada
Domingo 4 de octubre de 2009, p. 3

Zacatecas, Zac., 3 de octubre. Cinco ex militares que pertenecieron al batallón de fusileros paracaidistas plasmaron en el libro Testimonios del 68 su experiencia sobre los sucesos del 2 de octubre, donde describen fragmentos de aquel pasaje histórico y cuestionan el papel de las fuerzas armadas contra los estudiantes y la población en general.

La edición –de sólo mil ejemplares–, en tinta café y bajo el sello de la editorial Tres Torres, se hizo con aportaciones de los municipios Villa de Cos, Vetagrande y Morelos, gobernados por el Partido del Trabajo, además de la Universidad Autónoma de Zacatecas y una empresa refaccionaria.

En 89 páginas narran momentos de cuando entraron a la Plaza de las Tres Culturas a bayoneta calada para desalojar a los estudiantes, hechos de los que ahora se dicen arrepentidos.

En la introducción, Salvador Pintor Rodríguez, Gustavo Román, Tomás Acuña Martínez, Rigoberto Domínguez y Víctor M. describen cómo, a principios de 1968, la Fuerza Aérea Mexicana reclutó a 150 adolescentes que realizaban su servicio militar en el estado, quienes tenían ideales patrióticos y sueños personales; se les mostró un mundo donde el Ejército era la mejor opción.

Sin embargo –señalan–, la vida militar les mostró la realidad empapada de abuso de poder y violencia. Al final comprobaron que la autoridad manipula la justicia y abusa de los ciudadanos.

Gustavo Román describe: mi primera participación fue disolver una manifestación en la Normal de Maestros (...) el cuerpo de granaderos no pudo (...) por ello se requirió la acción de los paracaidistas. Recuerda que intervino en tomar el Casco de Santo Tomás, donde “la resistencia de los estudiantes fue mayor e incluso se llegó a los golpes y los forcejeos. “El comandante nos dijo que esos jóvenes eran líderes cubanos comunistas que querían boicotear las Olimpiadas (…) a partir de ese momento se empezó a manejar el código Alerta Roja, el cual significaba que deberíamos estar listos las 24 horas para entrar en combate”.

Pintor Rodríguez reflexiona sobre posteriores sucesos, como el halconazo de 1971 y matanzas recientes, como las de Aguas Blancas y El Charco, en Guerrero, y Acteal, Chiapas. Yo me pregunto: ¿para qué sirve el Ejército?

Sobre Tlatelolco, Rigoberto Domínguez destaca que al finalizar el tiroteo recibieron la orden de subir a la parte superior del edificio Durango para desalojar a quienes desde ahí habían disparado y habían causado bajas a militares y policías, además de estudiantes y civiles. Empezaron a bajar a muchos detenidos, que no tenían nada de estudiantes: eran personas como de 28 a 40 años y con armas que al ver las nuestras daban risa.