Copenhague, 2 de octubre. El sonado fracaso de Chicago en las aspiraciones por ganar la sede de los Juegos Olímpicos de 2016 fue un duro golpe personal para el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien junto con su esposa Michelle pronunció discursos apasionados sin convencer y la ciudad de los vientos quedó eliminada aquí en la primera ronda.

Como se pueden imaginar, el presidente está decepcionado, pero también absolutamente contento por haber ido a la capital danesa a realizar la presentación de Chicago, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, a periodistas a bordo del Air Force One, cuando Obama retornaba de Dinamarca y se enteró de la noticia en pleno vuelo de que no llegaría a Washington con la medalla de oro.

En la Casa Blanca, una vez que Río de Janeiro había sido la ganadora de la justa veraniega, el mandatario estadunidense felicitó a Brasil por su victoria.

Pienso que es un acontecimiento histórico, será la primera vez que los juegos tendrán lugar en Sudamérica, dijo Obama.

Una de las cosas que creo sobre el deporte es que uno puede jugar bien y no ganar. Y aunque habría preferido volver de Copenhague con mejores noticias, no podría estar más orgulloso de lo que estoy de Chicago, declaró.

Ni la labia proverbial de Obama y las apelaciones al amor filial de la primera dama Michelle pudieron evitar que por segundo intento consecutivo Estados Unidos quedará fuera en la carrera por organizar un certamen universal.

Barack, quien viajó durante la noche desde Washington y acudió directamente a la sesión del COI, hizo hincapié en su discurso que Chicago es el lugar que su mujer y él consideran su hogar, aunque fue su esposa la que abrió la presentación de la ciudad de los vientos.

He venido aquí a instarles a que elijan Chicago por la misma razón por la que yo la elegí hace casi 25 años. Me enamoré de la ciudad y no es sólo porque fue donde conocí a la mujer que acaban de escuchar, aunque después de llegar a conocerla esta semana estoy seguro de que todos coincidirán conmigo: ella es un gran atractivo para vender la ciudad, dijo Obama.

Los videos de Chicago, las presentaciones de apoyo junto al lago Michigan, su arquitectura y monumentos y el espíritu de compañerismo no convencieron a los directivos olímpicos que prefirieron hacer fila para tomarse una foto con los Obama, cuya presencia causó furor.

La mala noticia cayó como bomba de hielo sobre los miles de entusiastas seguidores en la Plaza Daley y otros reunidos en diferentes puntos de la urbe y en otras ciudades estadunidenses, donde hubo llanto, silencio e incredulidad.