La mano que mece a la Cuevas
El currículo empresarial de Chávez
modo de venganza, así nos lo comentaron, los actores del darkside, mejor conocidos como Nueva Izquierda, decidieron poner en manos de Gabriela Cuevas la comisión de la Cámara de Diputados que se encarga de los asuntos de la ciudad de México.
Hay quienes han visto en ese hecho la primera jugada exitosa de la señora Josefina Vázquez Mota, que encabeza a los azules en esa cámara, aunque otros, más enterados, o más dolosos, aseguran que fue la mano del chuchista Guadalupe Acosta Naranjo la que tejió el acuerdo que se presume contrario a los intereses no de Marcelo Ebrard, sino de la población de la capital de la República.
La respuesta al asunto Juanito, que dejó a los del darkside sin la delegación Iztapalapa, donde sentó sus bases el cacicazgo de los Arce, fue ésa, colocar a una enemiga de la población del DF al frente de esa comisión que, es necesario decirlo, durante el trienio que pasó, y que estuvo en manos de un perredista, no sesionó una sola vez.
Los ciegos por voluntad propia aseguran que se trató de un cambalache –conveniente para la ¡democracia!–, porque mientras el DF será vigilado por la Cuevas, el PRD se encargará de la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación, que supervisará el buen camino de la administración federal durante los tres años que restan al sexenio.
Sin duda suena bonito, bueno, hasta creíble, pero, lástima, ese PRD que estará vigilante será el de los chuchos, listos a cooperar con quien tiene el poder, y más listos aún a ejercer la venganza en contra de sus enemigos, en este caso el gobierno de Marcelo Ebrard y, desde luego, en contra de Andrés Manuel López Obrador.
Así que a la derecha, se llame PAN o PRI, el acuerdo de Acosta Naranjo, ahora con Vázquez Mota, mañana con cualquier otro, menos con Ebrard o López Obrador, le salió redondo. Por un lado tendrán un PRD flojito y cooperando, y por otro habrán cancelado cualquier opción que pudiera tener el gobierno de la ciudad para aliviar alguna de sus muchas penurias por falta de los fondos de la Federación que deberían llegarles por ley, sólo por citar un ejemplo.
Desde luego, ya ni pensar en que el sueño de convertir al DF en una entidad con todos los derechos –las obligaciones ya las cumple– que le son negados, entre otras causas, por la falta de apoyo de los azules. A la señora Cuevas, una radical de derecha, le gusta que los habitantes de la capital sigan siendo ciudadanos de segunda, y de ella dependerá que así se continúe.
Pero la tarea dura no será, ni por asomo, el caso de la Cuevas. El pleito en serio en aquella cámara será contra el darkside, que ha jurado venganza y la ha empezado a ejercer. ¡Cuidado!
De pasadita
No cabe duda de que el nuevo procurador general de la República, Arturo Chávez Chávez, es un hombre de empresa, mejor dicho, de empresas, y que su socio principal es nada más ni nada menos que el ex procurador Fernando Lozano Gracia, al servicio de Carlos Salinas de Gortari.
Cuando menos eso consta en las actas de notario que se levantaron en esta ciudad para crearlas. Esas actas dan fe de que Chávez Chávez se hizo socio de Lozano en la Comercializadora de Productos Zeolíticos, la cual se encarga de producir, procesar, manufacturar, almacenar, comprar, vender, importar, exportar, explotar, distribuir y comercializar productos agrícolas, entre otras cosas, con 30 por ciento de las acciones. Eso sucedió, nos dicen los datos del Registro Público de la Propiedad y el Comercio de esta ciudad del 27 de mayo de 2008.
Emprendedor que es, el hoy procurador hizo otro negocio con el mismo Lozano el 28 de octubre de 2008. Se trata del despacho Lozano, Chávez, Hershberger y Angulo, que se encarga de asesorías y representaciones jurídicas, y de la conceptualización e implementación de estrategias de negociación
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Y para que nadie dude de su fidelidad, se llevó a la PGR a otro de sus socios, a Arturo Germán Rangel, que será el nuevo subprocurador de investigaciones especiales en delitos federales, quien tiene 15 por ciento de las acciones del primer negocio del que hablamos. Sin duda el nuevo procurador general es un hombre con suerte. Así es la democracia.