Ayer comenzó el tercer Festival de las Literaturas Europeas en el Palacio de Bellas Artes
El cambio transformará la industria editorial, pero no acabará con ella, dijo el escritor Lorenzo Silva
Los avances tecnológicos deben ir acompañados por criterio moral, consideró Mathias Hirt
Lunes 28 de septiembre de 2009, p. a10
En el terreno de la literatura, la tecnología es un arma de doble filo: puede ser una estupenda herramienta para difundir el conocimiento casi sin límites, pero al mismo tiempo lo hace perder un poco el sello de individualidad que distingue a cada autor.
En torno a esta reflexión comenzó ayer el tercer Festival de las Literaturas Europeas (FLE) en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes con la mesa redonda Literatura y nuevas tecnologías, en la cual intercambiaron puntos de vista seis escritores de igual número de países del viejo continente.
Luego de una breve presentación del encuentro, a cargo del subdirector del Instituto Nacional de Bellas Artes, Sergio Ramírez Cárdenas, el escritor español Lorenzo Silva habló sobre los cambios que implican las tecnologías recientes, empezando desde el formato en el que accedemos a las letras.
Si antes el libro era la vía por excelencia para ello, desde hace unos años hizo su aparición el e-book, nuevo soporte que eventualmente desplazará a los volúmenes de papel, aunque sin provocar su desaparición, fenómeno que hay que empezar a discutir de forma menos dramática
, opinó.
Persistirá la experiencia íntima
En coincidencia con lo publicado en este diario sobre el e-book (21/09/09), Silva afirmó que los libros de consulta, como las enciclopedias especializadas y costosas, serán las primeras en rendirse a los encantos del formato electrónico.
En cambio, la poesía, la novela y el cuento seguirán estando ligadas a la experiencia de lectura más íntima y personal que brindan los libros de papel.
Todos estos cambios van a transformar la industria editorial del futuro, pero no acabarán con ella. Si el proceso se realiza bien, los lectores tendrán más capacidad de crítica y retroalimentación, los editores podrán dedicarse de lleno a lo suyo, y tal vez los autores reciban más dinero por su trabajo.
Por su parte, la escritora austriaca Elizabeth Reichart admitió las dificultades que representa para los miembros de su generación el uso de nuevos implementos tecnológicos, y se mostró escéptica con respecto del supuesto avance
que éstos proporcionan.
Nostálgica de las máquinas de escribir, la autora afirmó que no le gusta leer en pantallas, porque todavía necesita tocar físicamente el papel, tachonearlo y hacerle correcciones. En cambio, los textos de Internet pueden desaparecer en cualquier momento y nadie se responsabiliza de ellos
.
Para Reichart, este desarrollo implica al mismo tiempo que ya no se escriba para la posteridad. Hoy día el conocimiento se destruye todo el tiempo. Google digitaliza 10 millones de libros sin considerar los derechos de autor. Para las generaciones de la computadora el libro puede desaparecer, pero para mí eso sería una pesadilla
, confesó.
En su turno, la joven poeta rumana Andra Rotaru –quien escribió su primer libro inspirándose en la vida y obra de Frida Kahlo– habló sobre la velocidad con que los textos pueden difundirse y cambiar, y también sobre la diferencia que se genera entre los títulos de las grandes editoriales o las instituciones y los que surgen de manera casi espontánea por autores desconocidos.
Esta producción literaria está en movimiento perpetuo, y en buena medida es gracias a las nuevas tecnologías que se pueden mover libremente por el mundo.
A la mitad de camino entre ambas posturas, se ubicó el holandés Hans van de Waarsenburg, quien habló con romanticismo de la escritura a mano y al mismo tiempo valoró la comodidad de la tecnología, aunque en los formatos modernos se pierda un poco la singularidad del escritor.
La polaca Manuela Gretkowka, por su lado, narró cómo a través de Internet pudo salvar la difusión de un artículo periodístico en el que criticaba duramente al gobierno de su país hace tres años, lo que significó todo un triunfo de la libertad
.
No obstante, esta herramienta cibernética no sirve de nada sin un adecuado planteamiento que dé sustancia al mensaje y, sobre todo, que busque llegar a la justicia y la equidad.
Finalmente, el novelista alemán Mathias Hirt coincidió en que los avances tecnológicos deben ir acompañados de criterio moral y racional para utilizarlos bien. En su libro más reciente, Kind, el autor reflexiona sobre la inteligencia artificial, y la manera en que las máquinas terminan imitando la forma en que actúa el cerebro de los seres humanos.
El tercer FLE continuará hasta el 2 de octubre en varias sedes del Distrito Federal y cinco estados del país, en recintos como el teatro Guillermo Romo, en Pachuca, Hidalgo; el Centro Cultural Jardín Borda, en Cuernavaca, Morelos, y la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Informes completos sobre el calendario de actividades en la página www.literatura.bellasartes.gob.mx