La muerte de Felipe Arriaga, fundador de la Organización de Campesinos Ecologistas de la Sierra de Petatlán y Coyuca de Catalán, marcará la lucha por evitar la tala de los bosques de esa región de Guerrero, sostuvieron Silvestre Pacheco León y Adriana Luna Parra, ambientalistas que se pronunciaron en contra de la construcción de un muelle en Zihuatanejo.

En cartas dirigidas a quien en 2004 recibió el premio Chico Mendes que le otorgó la organización ambientalista internacional Sierra Club, y la medalla Sergio Méndez Arceo, ambos recordaron su serenidad y fortaleza, su entrega en la defensa de los bosques.

El 15 de septiembre, un día antes de su fallecimiento, Arriaga se reunió durante dos horas con Vanessa Coria, abogada del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional. Ese día, dijo Coria, recordó que hacía cuatro años había salido de la cárcel de Zihuatanejo, donde estuvo 10 meses luego de ser detenido el 3 de noviembre de 2004 acusado de haber participado en el asesinato de Abel Bautista, emboscado en mayo de 1998, e hijo de Nino Bautista, conocido por los campesinos como cacique talamontes.

Esa noche, Arriaga le había dicho a Celsa, su esposa: ya, cumplí cuatro años, a ver que me depara Dios de aquí para adelante, escribió Pacheco León.