Jalapa, Ver., 16 de septiembre. Hace 25 años La Jornada abrió una ventana en México para dar una dignidad distinta a la noticia y rompió el monopolio de la verdad de quienes hacían de los boletines e historias oficiales la nota cotidiana, se dijo en la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) realizada por la Universidad Veracruzana (UV), que celebró el 25 aniversario de ese periódico.

“Y algo inédito en México: La Jornada tuvo la vocación de acompañar a los movimientos sociales, no sólo convirtiéndolos en una forma para sobrevivir, sino en una forma de vida; entonces, su gran secreto fue convertirse en el periódico de los movimientos”, aseguró el periodista Herman Bellinghausen.

Al presentar el pasado lunes el libro Las princesas, recopilación de las primeras planas de La Jornada desde 1984, Germán Martínez, coordinador de la FILU 2009, aseguró que el compendio de las ocho columnas demuestra lo que los lectores ya sabían: “que es un periódico para coleccionarse.

“Hay periódicos que se leen, pero La Jornada se colecciona, se atesora, pues hace un periodismo cercano a la vida cotidiana, a todos nosotros”, afirmó.

Por su parte, Édgar Onofre Fernández, director del periódico Universo, editado por la UV, señaló que ese harén inédito en la historia, en referencia al libro Las princesas, es síntoma de que quienes hacen La Jornada están contagiados de esa extraña enfermedad de la disfunción adulativa.

“El periódico está plagado de esos contagiados y vino a romper el oscurantismo tardío reciente de México, y sus princesas son un volumen de recuerdos que nos conducen a la nostalgia, pero también a renovar indignaciones.”

La Jornada, pues, “adquirió desde su nacimiento una incapacidad de seguir los boletines oficiales y eso la hizo optar por un periodismo casi kamikaze”, resumió Fernández Serratos.

Al respecto, Bellinghausen recordó que el periódico aún enfrenta muchos vetos, desde el castigo publicitario hasta la competencia unida para desvirtuar sus noticias, muchas de ellas primicias no sólo en México, sino en el mundo.

“La masacre de Acteal fue dada a conocer al mundo por La Jornada; la verdad sobre el golpe mediático de Estado contra Hugo Chávez, en Venezuela, fue contada en toda América Latina y a los mismos venezolanos por La Jornada, y desde 1994, con el levantamiento zapatista, se convirtió en referente internacional, aun cuando no había el auge de Internet, sobre lo que estaba pasando en México.”

El precio pagado, agregó Bellinghausen, es el aislamiento, pero a cambio “La Jornada puede decir lo que quiera, publicar la verdad y no se ha equivocado al seguir ese camino. Y hoy, como hace 25 años, es necesaria para la salud pública, política, social y cultural de México”.

Ver a los que otros pasan de largo

El lunes también fue presentado en la FILU el libro Historias de prensa: fotógrafos de La Jornada. Uno de ellos, Marco Peláez, definió la vocación de los 18 fotorreporteros que laboran en esta casa editorial: voltear a ver lo que otros pasan de largo, captar imágenes que ayuden a tomar decisiones sobre la forma en que queremos vivir.

“Mostramos el verdadero México. No se trata de exhibir lo peor; simplemente pensemos en que somos 70 millones de mexicanos luchando por sobrevivir día tras día en un país donde van 11 mil muertos –por las ejecuciones en el actual sexenio–; por eso hay que dar a conocer lo que sucede en las calles”, finalizó.