La arquitectura y el paisaje configuran los ejes temáticos del artista Raymundo Sesma, quien combate la violencia estética y la degradación ambiental y sicológica.

El movimiento, el dinamismo y la tridimensionalidad son los elementos a los que recurre en el libro Raymundo Sesma: campo expandido, en el cual recopila cinco años de sus intervenciones artísticas en la arquitectura.

Sesma, quien desde 1980 reside en Milán, Italia, ha intervenido con su arte desde el complejo cultural Ollin Yoliztli hasta edificaciones y recintos de varios países.

Al intervenir de manera artística pienso mucho en el paisaje, que es el mismo que me ofrece ideas; además recurro, como en el caso de la Ollin Yoliztli, a crear un efecto en movimiento que propicia que la arquitectura no sea totémica.

El volumen reúne alrededor de 20 intervenciones en interiores y exteriores y presenta fotografías de escultura en aluminio y pintura sobre bastidores.

Durante la presentación del libro, la noche del martes en el Museo de Arte Moderno, el artista de 55 años de edad proyectó en tres pantallas los antes y los después de varias de sus propuestas, y para romper el formalismo charló acerca de su trayectoria de más tres décadas con el curador y crítico Daniel Garza.

La ciudad es mi laboratorio, porque por donde camino siempre encuentro espacios y material para trabajar.

Es muy interesante, dijo Sesma, porque los objetos se vuelven esculturas y obras de arte.

Con Campo expandido, explicó el artista, presenta la perspectiva de abrirse a la comunidad y los elementos que ofrecen las calles. “Es importante tener una conciencia social y llevar el arte al exterior, porque se trata de una relación directa con las personas, el ambiente y los contextos.

“No puedo –subrayó– excluir a la gente de la creación artística, pues es difícil olvidarme de que existe el mundo con toda su diversidad y problemáticas.

Hoy por hoy este país exige un compromiso, el cual no podemos eludir ni engañarnos de que no pasa nada. Estoy convencido de que existe una posibilidad de acceder al futuro y ésa es la educación y la cultura.

Sesma se refirió a lo que llama el pensamiento multidisciplinario, mediante el cual no se deben excluir las distintas áreas para forjar la construcción de un país y de un futuro.

Sobre la arquitectura social, se refirió a su gusto por la utilización de la paleta de colores que dignifica al ser humano, al contexto y al paisaje.

Con sus coloridas formas plasmadas en diversos recintos y construcciones, planteó que la arquitectura urbana de grandes ciudades genera una violencia que no se percibe como tal, y la importancia del color desde el punto de vista social es muy importante.

Por esa razón, aseguró Sesma, decidí involucrarme en pintar arquitectura, porque es un método más barato que derrumbar un edificio o un ambiente degradado.