Portada
Presentación
Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA
Las piedras preciosas de Juan Marsé
CRISTIAN JARA
Onetti cuentista: el cuerpo como espejo
ROSALÍA CHAVELAS
La Santa María de Onetti
ADRIANA DEL MORAL
La última invención de Onetti
ANTONIO VALLE
Onetti y su estirpe de narradores
GUSTAVO OGARRIO
Adolfo Mexiac: la consigna del arte
RICARDO VENEGAS
Leer
Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA
Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA
Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA
Cinexcusas
LUIS TOVAR
Corporal
MANUEL STEPHENS
El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ
Cabezalcubo
JORGE MOCH
Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO
Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
|
|

Felipe Garrido
Celos
Los encontró el amor sin que lo esperaran, cuando era de luto el aire y sus voces una misma queja dolorida; cuando más oprimía el corazón la ausencia irremediable. La sangre entonces galopó de nuevo... Y caminaron con la seda de sus alas dulcemente entrelazada, como uno solo, la mirada al frente... Cuanto más pasó el tiempo, en torno de ellos se fue encendiendo un halo dorado, como si pasaran las noches acurrucados en los tendederos del sueño y miríadas de lirios amarillos iluminaran cada día su camino. Sus corazones se hicieron surtidores de luz y yo pasé a su lado con mi cuerpo quebrantado, y ellos me tendieron las manos resplandecientes para que no cayera. Los amo porque han sido mi firme apoyo y mi entereza. Los amo por su amor entero. Les digo gracias...
No lo soportó más. No pudo seguir leyendo. Arrancó la hoja del cuaderno, la estrujó, la fue rompiendo mientras lloraba, mientras decía sin palabras ¡malditos, malditos, mil veces malditos! |