Embajador pascual
Elecciones (ya) fallidas
Ceremonial bananero
as expectativas electorales de este año han sido aplicadamente empañadas por una conjunción de actos de poder que hace ver desesperados e incluso colindantes con lo delictivo a los principales ocupantes de la presidencia ilegítima y fallida (se habla en plural, los ocupantes
, porque son muchos los actores y factores que en la práctica ejercen el máximo cargo político mexicano presuntamente unipersonal). A nivel nacional, los delegados de las secretarías federales y de otros ámbitos administrativos importantes del impugnado gobierno federal han sido convertidos en promotores del voto mediante el suministro de bienes y servicios a cambio de credenciales de elector y compromisos, fundados en la miseria y la ignorancia, de concurrir a las urnas a sufragar en favor del partido que en años ha demostrado una capacidad de manipulación y defraudación como la que el priísmo desarrolló durante décadas (priístas y perredistas a cargo de gobiernos estatales hacen, desde luego, similares pillerías a las de la administración federal).
La descomposición de lo electoral ha contado con la participación entusiasta del dirigente formal del PAN, Germán Martínez, que en realidad es un canal de desahogo de las verdaderas emociones políticas de su jefe y conductor, Felipe Calderón. A los vaticinios amargos contribuye en particular el andamiaje de presunta institucionalidad electoral que en el IFE Va Zurita ha tenido una terrible depreciación acelerada, más el tribunal electoral federal también parcializado y la fiscalía encargada de atender los presuntos delitos electorales, que también está a cargo de una pieza manipulable del sistema de complicidades. Sólo con poca memoria o poca información se puede tener confianza en esa trinidad amafiada (IFE, TEPJF y Fepade).
En el contexto más amplio que se ha puesto de moda llamar Estado fallido, la administración calderónica ha extendido su beneplácito a la designación de Carlos Pascual como embajador de Estados Unidos, especialista en debilidades institucionales graves, de tal manera que, en este caso, el mensaje es justamente el mensajero. Obama, el hombre que está tendiendo puentes en otros países y regiones –con aire tan fresco y diferente que el vicepresidente del bushismo, Dick Cheney, se escandaliza por el saludo entre Chávez y el jefe de la Casa Blanca–, ha enviado a México a un cirujano experto en remodelar lo posible después de pasajes politicos y sociales traumáticos. La única defensa posible frente a los planes específicos de intervención quirúrgica estadunidense sería la movilización social, con libros de historia nacional en la mano, pero aún no se llega al momento en que la conciencia cívica y la expresión masiva se conjunten plenamente. El otro camino inmediato es la resistencia desde espacios institucionales, como los legislativos que se renovarán en julio próximo, y por ello el neoporfirismo sin ilustración que actualmente mal administra al país hace todo lo posible por desalentar la participación electoral, demeritando y ensuciando cuanto le es posible, haciendo ver
a los votantes que la política es sucia y por tanto es necesario hacerla a un lado, para que los de siempre se sigan ensuciando redituablemente.
Astillas
Carlos Iván Franco está haciendo su tesis doctoral en España sobre Ceremonia y protocolo
. Al ver las fotografías de actos oficiales de la visita de Barack Obama a México redactó las siguientes consideraciones sobre lo que tituló Ceremonial bananero: “Al no tener un reglamento de ceremonial específico, ya que el que se tiene data de 1935, el gobierno mexicano queda obligado, conforme al artículo 38 de ese texto, a pactar con su contraparte el que se va a seguir durante la visita de un jefe de gobierno, lo cual lo hace dependiente de lo que decida el despacho encargado del ceremonial del visitante. Por ello, los elementos que demuestran el orden y seriedad de una institución quedan al albedrío de los encargados en ese momento. Así es como podemos ver la mala colocación de las banderas en el estrado y, sobre todo, la falta de respeto hacia la presencia de los funcionarios, que sí tienen que estar colocados por la función que desarrollan. Por ejemplo, la colocación de la consorte dentro del escenario, tomando funciones que no están delimitadas por ningún reglamento o ley orgánica. La consorte, si hubiera estado la señora de Obama, tendría por reciprocidad que estar junto a ella, pero al estar solo el mandatario extranjero, la consorte no tiene que ocupar un lugar preponderante en el escenario y mucho menos dejar a un lado a una funcionaria que sí aparece reglamentada dentro de la sección de precedencias del reglamento de ceremonial de 1935. La funcionaria, la cual representa el despacho de Relaciones Exteriores, debe encontrarse en mejor lugar dentro del escenario y no ser desplazada por la consorte. La nota emitida por Los Pinos dice que fue una visita de trabajo, pero le dieron trato de visita oficial o de gobierno, al hacer honores con los himnos, paso de revista a la guardia, presentación de comitivas, conversación privada y cena con representantes de la sociedad mexicana. La visita se encuentra catalogada dentro de la ‘guía de protocolo’ de la SRE como visita de trabajo, la cual se diferencia de una visita de Estado o de gobierno, porque no existen actos protocolarios. Lo anterior, en mi opinión, demuestra el ‘chabacanismo’ de los ocupantes actuales de Los Pinos, al demostrar que no existe una comunicación institucional seria y que tenga coherencia con lo que se dice y se hace”. Carlos Iván subraya que el ceremonial está íntimamente ligado a la comunicación institucional y no, como lo hacen algunos compañeros periodistas, a un simple acto de ver cómo vas vestido o frivolizando sobre situaciones que no tienen nada que ver con el ceremonial publico
... Y, mientras el gran José Agustín se recupera plenamente de una lamentable caída en Puebla, ¡hasta mañana, con el góber de Hidalgo sudando la gota gorda para hacerse de los terrenos del refine!
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